El 13 de mayo celebramos el Día Mundial del Comercio Justo y que feliz casualidad que coincida con el Día de la Madre. Hay algo ahí que me llama la atención y que es muy significativo.
El comercio justo es una forma de enfrentar las relaciones comerciales en las que priman consideraciones de respeto, transparencia y sostenibilidad en toda la cadena de producción hasta el consumo y de compromiso de largo plazo, en que el grupo productor, generalmente más pequeño, es reconocido y se le asegura una vida más digna y el consumidor puede conocer cuál es el resultado de su decisión de compra y si esta, de verdad, contribuye a un mejor desarrollo humano en que se respeten las condiciones laborales, sociales y medioambientales.
No es viable sin consumidores conscientes que les interesa que el destino de su dinero, en su necesario consumo, tenga un fin que contribuya a crear una sociedad más integrada e inclusiva.
Afortunadamente, cada día, vamos viendo que más y más gente, en especial los jóvenes, en Chile, empiezan a querer saber y preguntar sobre el origen de los productos, conocer quiénes los elaboran, porque los productores trabajan en esto y si al comprar un producto, realmente se van generando cambios de progreso y desarrollo en las personas y sus comunidades.
Vamos logrando buenos resultados, ya hay una tienda de comercio justo en Barrio Italia, organizaciones en el sur de Chile (agrupados en SURES) que están desarrollando un trabajo excelente y reconocido, Programas de regalos corporativos a empresas, con planes RSE que comienzan a privilegiar productos con sentido de comercio justo que da coherencia al mensaje de esas grandes empresas que practican Responsabilidad Social pero real y no como mero maquillaje estético.
Se están logrando programas con instituciones públicas, como CORFO, FOSIS; SERCOTEC; PROCHILE que comienzan a entender que el modelo de comercio justo es una oportunidad real y cierta de salir de la pobreza a través, principalmente de abrir posibilidades de comercialización.
No es caridad, es respeto al trabajo digno, bien hecho, pero que se puede mostrar al gran público, de la manera más directa posible, tratando de evitar la ganancia excesiva del intermediario.
Pero, por otro lado a diario vemos como el consumismo, lejos de generar respeto, crea dependencia, explotación que no alcanzamos a percibir, maximización de utilidades sin considerar los costos laborales y humanos ligados a la producción masiva.
Imágenes de marketing que nos prometen la “felicidad y realización” al comprar algún producto,pero si tuviésemos en cuenta o nos preguntáramos que hay detrás de la producción, cómo se efectúa el proceso productivo, muchas veces de origen en algunos países del Asia, si conociéramos realmente todo esto, probablemente no estaríamos dispuestos a consumir lo que se nos presenta como la felicidad envasada.
Historias de mucha tristeza, explotación de niños, falta de consideraciones ambientales y miseria, se esconden tras de muchos artículos que hoy se venden en el gran mercado y que nos prometen esta seudo felicidad.
Teniendo valores, ¿estaríamos dispuestos a perpetuar estos esquemas? Creo y tengo fe en que no.
Vemos hoy como se ha erigido una Torre de dimensiones absurdas y aberrantes en nuestra ciudad, ligado a un Centro Comercial, que en el momento de su “planificación” como proyecto, claramente no consideró ningún elemento o externalidad que tomara en cuenta como éste monstruo comercial pudiese afectar la calidad de vida de los vecinos, del lugar donde está emplazado, de las miles de personas que por ahí deben circular y del impacto en la vida de la ciudad misma.
¿Hay aquí consideraciones de RSE al menos? Creo que no, sólo primó el ánimo de ganancia al máximo, querer demostrar la grandiosidad del poder económico, la majestuosidad de un gran mercado. ¿Hay ahí o en donde están las consideraciones que un comercio más justo desearía promover? Para mí, claramente no, pero el comercio justo entrega una alternativa a este tipo de insensatez.
Comenzaba esta columna admirándome que el Día del Comercio Justo coincida con el Día de la Madre. Es que vemos y nos admira siempre la coherencia de entrega y amor de una madre por sus hijos y también podemos ver la coherencia en el mensaje y el actuar de un modelo de comercio que respeta y releva al ser humano en su integridad, que es lo que representa el comercio justo. ¡Que feliz casualidad! Nos llama a más entrega, a más dedicación.
Mucho por hacer aún, pero vale la pena apostar al cambio de un esquema de consumismo a un esquema de respeto en el comercio.