El triunfo de los socialistas en Francia es un evento contracorriente de lo que ha estado sucediendo a Europa. Una abrumadora mayoría de gobiernos de derecha han estado enfrentando la crisis con las recetas liberales clásicas.
La derecha franco-alemana había estado impulsando un severo plan de austeridad, una versión europea del chileno “apretar los dientes”, hasta que apareció el compañero Hollande y propuso algo diferente.
La política del rigor de la derecha, a la que se ha sumado España, es insuficiente si no va acompañada de políticas de crecimiento, dijo, y los franceses apostaron por el argumento de los socialistas.
Políticas de crecimiento, preservación del modelo social e igualdad de los territorios es el núcleo duro del nuevo programa de gobierno francés. Y no es menor, Francia es la segunda economía de la llamada zona euro.
Hollande es un hombre que ha estado al mando del Partido Socialista francés durante 11 años. Es un militante disciplinado que ha ordenado el tradicional desorden de la casa y ha hecho una síntesis adecuada de sus principales corrientes internas. Ha cumplido su oficio político a cabalidad
El mensaje de unidad y cambio de Hollande ganó en las primarias y se impuso en segunda vuelta. Dotado de un programa de izquierda ha puesto en el centro de su propuesta los valores solidarios.
Sin embargo, este triunfo ha sido posible por la convergencia final de centristas, socialistas e izquierdistas más intensos en contra de Sarkozy. Para ello se ha contado oportunamente con el apoyo de Mélenchon y Bayrou.
Así como el referente socialista chileno es Allende, en Francia es Mitterrand. Hollande apeló en muchas ocasiones al ícono, incluso gestualmente. Y, aunque la cuestión económica será decisiva, pocos creen que seguirá su camino. La crisis, el déficit y la falta de acuerdos políticos europeos, hacen que su camino sea una senda estrecha. No puede hacer cualquier cosa frente a un gasto público que está en el 56% del PIB.
Pero las exigencias a los bancos no serán menores. Comenzará con un aumento del 15% a este sector, seguirá con la prohibición para actuar en los paraísos fiscales, y llegará hasta la separación de la banca de inversión y la de depósito. Estos socialdemócratas en Chile serian muy rojos.
A la izquierda más intensa –de Francia y Chile- les produce asombro que un señor de gafas, amable, cauteloso, sin retóricas mesiánicas, haya calado tan hondo en la Francia popular con un mensaje de cambio.
El debate con Sarkozy para Hollande fue clave. Dueño de un estilo asertivo, anticipó su victoria delineando lo que haría como Presidente de Francia. Esto es lo opuesto de quién tenía al frente, cosechando el mutismo de su rival. Un gesto de resignación frente a un Hollande investido de los más altos valores de la República. Un tributo a Mitterrand que le hizo ganar estatura ante su rival.
Desde ahora tenemos en Francia la alternativa socialista. Una alternativa que se verá forzada a llegar acuerdos con Alemania, aunque Merkel deberá enfrentarse el próximo año a sus electores. Dicen que en París se respira un cierto alivio y en Europa un cierto optimismo.