Considero que conviene recordar y analizar una reciente señal política democrática: las primarias municipales de la Concertación.
Esa coalición de partidos políticos democráticos resolvió y llevó adelante, con éxito, un proceso de elecciones primarias para seleccionar candidatos a las próximas elecciones a cargos de poder político en el nivel local.
Una decisión así significa un cierto grado de despojo de poder por parte de las elites dirigentes de los partidos políticos. Ello porque dejan de seleccionar directamente –vía acuerdos de dirigentes- a los candidatos a cargos políticos y entregan a las bases sociales la posibilidad de designarlos en elecciones abiertas.
A su vez, las bases sociales encuentran en ese proceso una posibilidad de ejercer la participación política, que pertenece al centro del ideal político democrático.
La envergadura de estas primarias municipales se puede ponderar cuando se considera que ellas se llevaron a cabo en más de 140 de las 346 comunas del país, incluyendo por cierto las más importantes de entre ellas; participaron 352 precandidatos para elegir 148 candidatos que participarán en las elecciones municipales de octubre 2012; contaron con 240 locales o recintos electorales; se abrieron 2.200 mesas de votación; y, además, participaron no solamente militantes de los partidos de la Concertación sino también los independientes.
Se trató entonces de una iniciativa y esfuerzo ciertamente importante, especialmente si se considera que las primarias fueron diseñadas e implementadas directamente por los propios partidos interesados en realizarlas.
Las primarias se llevaron a cabo, no sin dificultades, pero con gran convocatoria y efectiva participación ciudadana, quizás algo sorprendente para quienes tienden a pensar que la participación política –que motejan de “formal”- no está entre las inquietudes y demandas importantes de la población.
De otro lado, se sabe que el nivel local de la política es relevante ya que dice relación con materias y decisiones específicas que interesan e importan mucho a las personas y grupos sociales organizados, en un ámbito territorial reducido, posible de conocer bien y de influenciar más directamente.
Entonces, bien por la Concertación, independientemente de los defectos y las dificultades que haya encontrado el proceso a que nos referimos, sea antes, durante o después de su realización.
Es de destacar también que algunos dirigentes de otros partidos políticos, ajenos a la Concertación, expresaron admiración –incluso envidia- por el proceso que comentamos y otros anunciaron que seguirán este ejemplo de proceso político democrático.
En fin, es deseable que las elecciones primarias de candidatos a cargos de elección popular se repliquen, y perfeccionen, para otros procesos de selección de candidatos políticos, se lleven a cabo por todos los partidos políticos democráticos, y los ciudadanos se interesen y participen activamente.
La ley que se hará cargo de institucionalizar estos procesos de primarias debiera ser prontamente examinada, discutida, mejorada, aprobada en el Congreso Nacional y promulgada.
Más aún, las primarias debieran ser apreciadas como un proceso importante de la institucionalidad política democrática y por lo tanto el Estado –todos nosotros organizados políticamente- hacer el esfuerzo necesario para financiarlas.
Si bien la política democrática admite diversos grados de interés e intensidad de la participación es de su esencia que los ciudadanos estén dispuestos a, efectivamente, participar.
En suma, las primarias de la Concertación abrieron un espacio de participación política, los ciudadanos demostraron que estaban dispuestos a utilizarlo, y fuimos testigos de una señal política democrática poderosa que bien vale la pena destacar.