La foto de la portada de El Mercurio (viernes 16 de marzo 2012), con Piñera y Frei cambiándose los zapatos para rendir homenaje, como se debe, a Ho Chi Minh, en Vietnam, sin espolvorear ni manchar el piso de su emblemática e impecable pequeña residencia, es un monumento a la inconsecuencia.
El legendario Ho Chi Minh es el fundador del Vietnam actual. Cumplió esa tarea histórica siendo el líder del Partido Comunista de Vietnam.
En ambos sentidos su similitud (puede discutirse la profundidad de su mensaje y el costo de tamaña empresa) es absoluta con respecto a Kim Il Sung en Corea y a la de Fidel Castro en Cuba.
Comunistas, nacionalistas de verdad, revolucionarios, patriarcas.
Kim Il Sung, el abuelo del actual líder coreano, tan vilipendiado por la derecha y la DC chilenas, fue el líder político-militar que fundó en guerra la República Popular y Democrática de Corea estando a la cabeza del Partido Comunista Coreano. Y, como tal, se le rinde en Corea el homenaje permanente que en Vietnam se rinde a Ho Chi Minh.
En ambos casos, como en toda Asia, ha habido además culto a la personalidad.
Fidel Castro, con características occidentales y latinoamericanas, cumplió en Cuba, en los últimos 55 años, los mismos roles históricos que Kim Il Sung en Corea y Ho Chi Minh en Vietnam: independizó Cuba de los EEUU (partiendo por la eliminación de la Enmienda Plat), encabezó el PCC y autonomizó sus decisiones al extremo de que ha sido castigado con el aislamiento.
Los tres se apoyaron, en su momento, en el Partido Comunista de la URSS y en el poderío militar y económico de ella. Vietnam y Cuba pertenecieron al tratado de libre comercio con Rusia y Europa Oriental, además de Mongolia hasta 1989. Corea mantuvo íntimas relaciones con la URSS pero también con China.
La sacada o puesta de zapatos de Piñera y Frei para no mascular la memoria de Ho Chi Minh ni siquiera con una brizna se opone brutalmente, por cierto, al boche político, a la alharaca, con acuerdo de Cámara de Diputados inclusive, que han armado en Chile por el envío de condolencias a Pyongyang ante la muerte del hijo de Kim Il Sung. Y a la política permanente de condenas a Cuba y su gobierno.
¿Cómo se explica estas conductas tan contradictorias? ¿Por qué este besamanos de Piñera y Frei a Ho Chi Minh si ambos han sido enemigos de su legado político?
¿Por qué ahora Piñera recuerda a los jóvenes chilenos que en los sesenta y setenta cantaban la consigna “¡Ho Ho Ho Chi Minh, lucharemos hasta el fin!” si sus principales socios de gobierno, incluido su presidente Larraín que ahora lo acompañó, fueron partidarios de eliminar a esos jóvenes y lo intentaron bajo la dictadura de Pinochet?
Quien encabezó el apoyo a Ho Chi Minh en Chile, el poeta y cantautor Víctor Jara, fue torturado y asesinado en 1973 precisamente por eso.
¿Acaso no condenan todos los días, en Chile, a “los regímenes comunistas”, y Vietnam sin duda lo es?
¿No se oponen al régimen cubano y al coreano que, según ellos, atropellan los derechos humanos porque se sustentan, como Vietnam, en un sistema de partido único, que está en el gobierno, y la educación y la planificación de la economía están en manos del Estado?
Pero Vietnam, a diferencia de Cuba y Corea del Norte, crece al 6 ó 7 por ciento anual en los últimos 20 años, su per cápita se eleva considerablemente y pronto llegará el momento en que surgirá allí la industria automotriz y cientos de miles viajarán desde Hanoi a Saigón o viceversa en aviones tipo Lan o Tam, se demandará más cobre y más pescados de agua salada.
Y entonces brotarán las posibilidades de “los emprendedores a tiempo completo”, como Piñera, que volverá a manejar personalmente sus miles de millones de dólares en tres años más.
Tenemos derecho a pensar que “soñando” en ello, como lo hizo en el Banco de Talca en los 80 o en el viaje a EEUU mandatado en esos años por Claro, Piñera no tuvo inconvenientes en cantar esta vez “Ho Ho Ho Chi Minh, lucharemos hasta el fin” e incluso en rendir el máximo homenaje al vilipendiado Vietcong, en el polígono de tiro adornado con banderas comunistas de Ku Chí, a 35 km. al noreste de la ex Saigón, gatillando ocho descargas con un M-16 gringo o un AK 47 soviético,( me imagino que con balas verdaderas), los usados por los guerrilleros vietnamitas que derrotaron definitivamente al Ejército de los EEUU en 1975.
Fueron los costos ineludibles de su viaje de negocios. Siempre pensando en él.
Cuando, en la respetada casita de Ho Chi Minh, el Presidente Trung Tan Sang le contó que en la laguna que allí brota el Tío Ho cultivó en vida una carpa de hasta 19 kilos…Piñera concluyó rápidamente y en voz alta “…Y después se la comió”. Trung Tan Sang lo miró extrañado y un tanto desconcertado –ninguna autoridad invitada le había dicho cosa así- y no tuvo más que decirle “Sí, Presidente”.
Recién se había subido y sumado a los homenajes que las más altas autoridades vietnamitas dedicaron, en esta visita, al “líder de Chile Salvador Allende”, así lo llamaron, y al gran cantautor Víctor Jara, que en los inicios de los setenta, previo al triunfo vietnamita, cantó en homenaje al Tío Ho, tres años antes que lo mataran en Santiago y cinco años antes del triunfo definitivo de Ho Chi Minh.