La jueza y un terrorista
Sábado a las 10 de la mañana, después de un fuerte temblor que casi les da la razón a los agoreros apocalípticos de hoy.
Es una buena hora para escribir, (no para morir), mientras escucho “Lo mejor de Nick Cave (el depresivo) &The Bad Seeds”.
Hablando de las familias mutiladas de nuestros días, falla la Corte Interamericana de Derechos Humanos a favor de la jueza Karen Atala, contra el dictámen chileno que le quitó la custodia de sus hijos debido a su relación homosexual.
Recomiendo leer con cuidado la cita de Lipovetski sobre la familia de hoy: “Ya no es entendida como un lugar del deber, del sacrificio, y del servicio, y se convierte en otro lugar del domino del individuo…con una lógica emocional y flexible, que tiene en su centro los proyectos de vidas individuales”.
Habla de un individualismo egocéntrico, y bastante narciso que muchas veces no nos deja mirar en primer lugar la felicidad de los niños, felicidad que es sacrificada en una desesperada búsqueda placentera de la propia, como habitualmente sucede en variadas circunstancias de la vida en pareja y matrimonial.
Dicen que el amor verdadero, el de la gratuidad, comienza con la ruptura del narcisismo natural, lo que permite descubrir que la presencia de la felicidad personal, comienza con la felicidad de la persona que quiero, antes que la mía.
Yo te hago feliz primero, y así soy feliz.
Quizás así se podrían evitar las “heridas íntimas y violencias silenciosas” que en las historias familiares, reclaman muchas veces, su presencia hasta la muerte.
Sí, silenciosas, como el silencio ruidoso en que se aleja el joven agredido por xenófobos, hoy con muerte cerebral.
En medio de la muerte y de la Música Zhao Jim Ping,“Sombras Eléctricas”, leo sobre Merah, el terrorista argelino de 24 años que asesinó sin compasión en un colegio de Toulouse a 3 niños judíos, un profesor, padre de dos de ellos, que murió defendiéndolos con su cuerpo, y anteriormente, a tres militares franceses.
Un terrorista fanático individual, un depredador, un “lobo solitario”.
Los monstruos de la violencia, están sueltos y gozan de buena salud, murmura Dios, y los muertos de la morgue francesa se revuelcan inquietos.
Muero “como un muyahidín, con las armas en la mano para llegar al paraíso con una sonrisa”, gritó antes de saltar en búsqueda de una redención ya perdida.
“Jamás hombres humanos, hubo tanto dolor”, le respondió el poeta.
Jamás la vida de las personas pareció valer tan poco en el mundo.
El terrorista, víctima de su odio ideológico frío y racional, roto el mundo en dos, dejó de ver a un niño como persona, convirtiéndolo en enemigo, un objeto de venganza. Y él, que “creyó que era Dios”, (como dijo el enfermero que practicaba la eutanasia “compasiva”), fue primero y el niño después. Y el niño después y él primero.
Nada pudo la compasión y la bondad contra las ideas que como un cáncer corpuscular, invadieron su mente sin resistencias, alejándolo de las voces de la verdadera sabiduría, de esa que fue hablada en el desierto por Él, los poetas y los profetas de la verdad, donde hoy “habita el olvido”.
Mientras más diferente es el otro, más se puede amar, y tú, el extranjero, el prójimo, el más débil, el indefenso, el pobre, el niño, y la persona que amo, siempre estarán en primer lugar.
Ya son las 11 del domingo, suena Sabina, y me voy a comprar empanadas.