La entrevista que da el ministro de Cultura, Luciano Cruz-Coke, en El Mercurio me deja un sabor a poco o a casi nada.
Difiero con él en varias ideas, echo de menos algunas ideas planteadas con tanto impulso durante su campana, pero por sobre todo concuerdo en su declaración autocrítica sobre una evidente falta de experiencia en materia pública.
Difiero básicamente en su mirada política, cuando esgrime que posiblemente la crisis se deba a que apostaron a ser un gobierno que resolvería los problemas con eficiencia.
En realidad eso ha sido solo el detonante, activado por un ciudadano más alejado de la vida partidista y más consiente de sus derechos.
Los problemas de este país se remontan a muchos años (varios gobiernos más la herencia de una dictadura) y básicamente se deben a la implementación de un modelo de sociedad donde el ciudadano ha dejado de ser el centro, dejándole ese espacio al crecimiento económico y los intereses privados.
Creer entonces que Chile básicamente adolecía de gobiernos ineficientes y por tanto era simple llegar y gobernar la eficiencia, no sólo habla de una mirada ingenua sino también de una falta de experiencia de vivencia cotidiana pública y social.
El ministro de Cultura instala en esta entrevista que una mirada de derecha sobre la cultura apunta a fomentar una mayor inversión privada en la cultura.
Estoy de acuerdo en que el mundo privado debe invertir en cultura, sin lugar a dudas, sin embargo no es tan fácil como implementar un mecanismo tributario o mayor flexibilidad en las donaciones culturales, ya que si solo se desarrolla este ámbito el resultado será que los privados decidirán en que invertir y en que no, marcando un énfasis en un “tipo de cultura” sobre otro.
En definitiva, una política de inversión privada debe lograr un equilibrio (no fácil) entre los incentivos a privados y una mirada política clara y definida desde el Consejo Nacional de la Cultura, que acompañe fielmente a los creadores. El riesgo de dejar la cultura en manos del mercado es real, y sería un gran retroceso.
En relación a lo que el Ministro llama “Red Cultural”, que implica la implementación de una red nacional de teatros regionales y centros culturales, no es una política de derecha, ni menos de este gobierno.
Este programa tiene su tiempo en desarrollo, y fue creado e inaugurado por la administración anterior. Sin lugar a dudas es un avance importante en materia de política pública y este gobierno por suerte, le ha dado continuidad. Es indispensable que cada ciudad disponga de espacios culturales y que los bienes de cultura tengan una red de distribución garantizada, con tal de que los ciudadanos tengan mayor acceso a ellos.
Echo de menos en esta entrevista uno de los temas fuertemente instalados durante su campaña. La conectividad y digitalización. En más de algún debate de cultura se expuso este modelo, en el que explicaban en detalle que a través de una red de conectividad y digitalización (acceso a internet y biblioteca virtual) se resolvería por ejemplo, el problema de fomento a la lectura.
Hasta hoy, lo único relativo a digitalización lo hemos visto en la implementación de los concursos públicos, que por lo demás fue un desastre, que incluso terminó con la salida del segundo sub-director de la cartera, Gonzalo Martin.
A dos años de gobierno, con una alta popularidad, digna de ministros actores (Paulina Urrutia mantenía también esta popularidad) esta administración ha marcado su énfasis en la relación entre la cultura y la economía; sin embargo, a dos años de gobierno aun no hemos visto frutos legislativos al respecto.
El proyecto de modificación de donaciones culturales está en primer trámite constitucional. Sobre incentivos tributarios se está recién diseñando el parámetro técnico que permitirá licitar un estudio comparado de la región sobre esta materia.
Sin lugar dudas la entrevista intenta capitalizar la popularidad del Ministro hacia un camino político que seguramente logrará frutos, y donde los alcances en su cartera no necesariamente intervendrán en su carrera senatorial.