El rol de un gobierno es el gobernar hasta el fin de su mandato. Sin embargo la derecha y el gobierno, de manera bastante incomprensible e irracional desde el punto de vista político, deciden adelantar la carrera presidencial, crear un clima de enfrentamiento con la oposición y su principal líder, la ex Presidenta Michelle Bachelet, y dar rienda suelta a los ministros candidatos para que desde el gabinete desplieguen su disputa presidencial.
Todo ello, cuando el gobierno aún tiene dos años por delante para impulsar las múltiples promesas hechas por Sebastián Piñera al electorado e intentar cumplir, al menos en parte, con las expectativas que crea un discurso fuertemente demagógico como el que está en el ADN del modo de comunicar del Presidente.
Es cierto que este gobierno no se caracteriza especialmente por una gran dosis de talento político en su composición, ni por un relato cultural que lo sustente.
Pero alguien en la derecha debería darse cuenta y advertir al Presidente que adelantar la carrera presidencial e instalar un clima político solo mirando a ese objetivo, cierra anticipadamente el ciclo de su gobierno y éste, en la medida que corresponda cada día menos al presente y al futuro de la derecha, se verá abandonado por sus partidos que difícilmente incorporarán el retrato del Presidente, los eventuales logros y los símbolos de su gobierno en la próxima campaña municipal.
Tampoco un gobierno que decide auto clausurarse anticipadamente y que instala una lógica esquizofrénica de ataque despiadado a la oposición podrá, a la vez, pedir a ésta, una interlocución constructiva y ello llevará al gobierno, de una parte, a perder iniciativa política, ya que ella en un país empatado depende del grado de legitimidad para desplegar el diálogo con los que piensan distinto, y, de otra, a frenar su agenda legislativa en el parlamento más allá del movimiento vegetativo que allí se produce.
Por cierto, y esto es lo más grave y negativo para el país, un gobierno que decide suicidarse anticipadamente deja de ser el referente del diálogo con el movimiento ciudadano que ya ha inaugurado su primera estación con la movilización de la Región de Aysén y que probablemente tendrá este 2012 una amplia extensión social, temática, geográfica y comunicacional.
¿Qué hace que un gobierno que nació con una ambición refundativa del país y que se autoproclamó como “el mejor gobierno de la historia de Chile” decida cerrar su período con dos años de anticipación?
¿Está detrás de esto la necesidad de debilitar, por parte de la derecha más dura, al Presidente Piñera para impedir que impulse reformas más de fondo al binominal y al sistema tributario?
¿Está la convicción de que la actual conducción presidencial no interpreta los ideales de la derecha y ha cometido tal magnitud de errores y de ineficacias que no conviene a la derecha hipotecar su futuro a Piñera y a los suyos y que más bien habría que mantener este gobierno en un nivel simplemente de administración y desplegar, ya ahora, las candidaturas y propuestas presidenciales, frente al peso político, electoral y humano de la más probable candidata opositora Michelle Bachelet, aunque ella esté fuera de Chile y ausente en el debate político interno ?
Mi sensación es que en la derecha ha ido creciendo la desafección a Piñera y su gobierno motivada, más que por razones ideológicas de fondo, por la constatación de que su gobierno no da el ancho para el logro de su aspiración de quedarse en el poder y que daña a este objetivo central e histórico de la derecha política y económica el colocar sus apuestas en un Presidente no querido por la población y que sólo logra reunir, de manera ya reiterativa, como máximo el 30% de la adhesión ciudadana.
Es decir, la derecha habría llegado a la conclusión que este gobierno es ya insalvable y que hay que desplegar desde ya una estrategia político electoral y hacer desembarcar los candidatos presidenciales y obligar ahora a Michelle Bachelet a pronunciarse sobre todo y a definirse sobre su candidatura, y, como parte indispensable de la estrategia, debilitar su imagen a través de una coordinada campaña comunicacional de desprestigio que reduzca a Bachelet en las encuestas o la haga más vulnerable en Diciembre del 2013.
En esta estrategia no hay, como resulta evidente, ni una pisca de preocupación por los problemas del país y por los chilenos, sino sólo por los intereses de la derecha que quiere a toda costa seguir gobernando el país.
Si es así, si el adelantar la campaña presidencial y el clima de enfrentamiento con la oposición a ese nivel obedece a estas razones y a esa estrategia más que a un error de diagnóstico y a un equivocado manejo político estratégico, entonces que le avisen al menos al Presidente, ya que el país se está dando cuenta por sí mismo.