El duopolio de la prensa escrita y el oligopolio de los medios televisivos han sido incapaces de reconocer públicamente, lo que a todas luces quienes siempre hemos tenido en nuestra agenda aumentar la participación social, económica y política de las mujeres vemos en las encuestas de opinión pública: la emergencia de una mujer con voluntad de poder y una ciudadanía que la reconoce y aprueba fuertemente.
En la última encuesta Adimark, la ministra Evelyn Matthei tiene una aprobación de un 74% del 96% de los/as encuestados que dicen conocerla, mientras que a la ministra Carolina Schmidt le aprueba su gestión un 78% de un 59% de los encuestados que la ubican.
A simple vista y análisis Matthei debiera estar por las nubes, sin embargo, el maquillaje de Schmidt -que bien merecería un Oscar a esta altura- captura la atención de la agenda de los medios.
Algunos analistas han caído rendidos frente a este 78%, e incluso los más susceptibles al maquillaje de un repatriarcalizado SERNAM dicen que se debe a políticas pro igualdad y equidad entre hombres y mujeres.
Qué lejos está SERNAM de generar este tipo de política hoy en día, aplaudiendo y promoviendo el trabajo precario en las mujeres, generando leyes truchas que hacen a las mujeres renunciar a derechos laborales (que por sí son irrenunciables), contribuyendo con campañas a imaginarios discriminatorios y que despojan de poder a las mujeres que han debido disputar históricamente sus cuerpos con el patriarcado e instituciones funcionales a el, como el Estado y las Iglesias.
¿Qué dirían Elena Caffarena, Olga Poblete, Julieta Kirkwood de este tipo de análisis que ven la lucha por la emancipación de las mujeres en simples maquillajes marketeros de la derecha?
Si bien la hipocresía y el cinismo ya no son elementos preciados en las prácticas políticas (nunca habíamos escuchado a líderes de un movimiento decirle en su cara a una senadora designada que no tenía legitimidad para sentarse en una mesa a dialogar sobre una problemática determinada) muchos políticos lo siguen considerando valioso en su actividad.
Por otro lado, aquellos que se manifiestan honestamente desde sus intereses, son peligrosos y nadie quisiera cabalgar en sus caballos salvajes. Porque un caballo salvaje es chúcaro, no recibe órdenes, si hablara y opinara contra alguna acción de su “líder” jamás se desdeciría, etc.
Matthei cometió el error de abrir la puerta y legitimar algunas de las múltiples razones que tenemos las mujeres a la hora de decidir la interrupción de un embarazo, zafando absolutamente los marcos interpretativos de su colectividad conservadora y clerical.
Podría haber optado por no dar la discusión, no mostrarse favorable a las mujeres, sin embargo “dijo cosas que no debía, quedando fuera del alcance” de la UDI.
Ohhh Evelyn, “…You’re dangerous, ‘cos you’re honest… You’re dangerous, ‘cos you (don’t) know what you want…”. Y sí que sabes lo que quieres, pero otros/as no están dispuestos a dártelo…
Muy diferente es lo realizado por la ministra Carolina Schmidt quien celebra con frenesí la aprobación de un proyecto de Ley del Día del no nacido, que claramente le da la espalda a las mujeres y les niega su legítima autonomía sobre las decisiones que pueden tomar sobre sus cuerpos.
Sin embargo esta acción la hace merecedora de un apoyo potente de su colectividad política, por ende de los medios de comunicación que bailan al ritmo de ésta.
Sin ganas de hacer una apología a una mujer de derecha, ni menos de reconocer en ella el ideario emancipatorio de la izquierda -en particular el socialista para las mujeres y los hombres- debo reconocer que si hay alguien que junto a Karla Rubilar entendió algunos elementos básicos para el ejercicio pleno de los derechos de las mujeres, fue Matthei.
Who’s gonna ride your wild horses, Evelyn… dudo honestamente que la derecha chilena lo quiera… prefieren levantar becerros de oro, antes que reconocer que la gente reconoce tu trabajo, tu honestidad de clase (aunque clasista) y de género (aunque limitada).