Se ha muerto don Manuel Fraga, gallego y caballero como el que más.
No sé si don Manuel Fraga fue honrado como Grande de España, tal como la duquesa Cayetana de Alba, cuyo brío y salero nonagenarios son indiscutibles cual majísima doncella de las abundantes revistas couché que pululan en “Madris”, para desventura de su pobre economía con cientos de miles de cesantes.
Pero si sé que don Manuel Fraga, es de la estirpe de Numancia y por madre, de la raza pirenaica de Roncesvalles.
El pertenece al puñado inmortal y variopinto, de Ruy Díaz, del coraje español de todos los tiempos, con Santiago Carrillo, Alfonso Suarez, el viejo general Gutiérrez Mellado y el propio rey Juan Carlos, quienes realmente, más allá de todas las constituciones, leyes, reglamentos y papelería semejante, construyeron los fundamentos de carne y hueso de la democracia española.
Su grito valiente aquel 23 de febrero de 1981, ante los bigotes puntudos de zarzuela bufa de Tejero y su tropilla de guardia civiles es memorable y pone los pelos de punta a cualquier hombre bien nacido, cuando dice, con ese vozarrón que retumba en el Palacio de las Cortes,…¡“Disparen contra mi gandules “!
Mientras el resto de los diputados, muchos de ellos sedicentes valerosos y provistos de gallarda elocuencia, a la primera ráfaga, cual conejos que huyen a la zarza, reptan a cuatro patas, tratando de escabullir, entre pupitres y estrados de nobles maderas, sus tristes y un poquitín indignos traserillos.
En el intertanto, Fraga de nuevo, en un rasgo superior, inédito, de humanidad y respeto por el pobre, aunque vista el uniforme del enemigo armado y amenazante, vuelve a increpar al zafio comandante Tejero, espetándole de frente: ¡“Cómo arruináis la carrera de estos guardia civiles ”!
¡Qué lección de cristianismo, coraje y misericordia en una sola persona!
Nunca nos trató de sudacas a los hispanoamericanos.
Muchos lo quisimos de corazón
Honor a Don Manuel Fraga Iribarne, gallego como ninguno y español como el mejor.