(Y los cambios, el poder y la pasión). Así declara el escritor español Álvaro Pombo.
“Esta crisis es contraespiritual, impera la filosofía de la salvación personal del alma a la de la ciudad, tan lejos de si no salvo mi circunstancia, no me salvo yo”.
Es decir, lo y los que me rodean, mi contexto social, histórico y cultural, mi mundo vital del que yo soy creador y producto a la vez, que se vayan “al cuerno”.
Sólo importo y valgo yo, y mi alma, y mi cuerpo por sobre todo.
Aunque se refiere con dureza a la “paralización intelectual de España”, debido según él, en parte a los políticos, el retroceso de las “humanidades”, y a los medios, bien podría la reflexión aplicarse a lo que sucede en nuestro país.
(A propósito de “yo y mis circunstancias”, y las nanas, propongo volver a releer el cuento “La Pachacha”).
Pero donde este artículo se pone de verdad bueno, no es por lo que yo comento, sino por las citas lúcidas y reflexivas de Aung San SuuKyi, birmana, Premio Nobel de la Paz, que pasó 15 años de arresto domiciliario como líder del movimiento democrático en ese país, sobre la lucha por cambios no violentos, el poder y la pasión.
“Si todo está yendo bien, el impulso de quienes tiene los poderes del estado, se dirige generalmente hacia la conservación, no hacia la transformación”.
¿Qué tal? Festival, (que ya viene…).
“El poder por naturaleza está latente hasta que una fuerza lo pone en movimiento…cuando una fuerza inicial barre con la irresolución y las inhibiciones. El poder de la rebeldía, también necesita ese primer impulso para alentar a individuos pasivos a dejar de lado la inacción fomentadas por décadas de temor, o la natural cautela”.
¿Reconoce algo de lo que sucedió el 2011 en Chile y la acción de los estudiantes?
En Chile, el poder y la historia, fueron puestas en un movimiento histórico acelerado, irreversible.
Pero, sigamos con sus reflexiones.
“He aprendido a valorar el compromiso desinteresado y activo…la perseverancia, la persuasión, la capacidad para ganarse los corazones y las mentes…”
Aclara, que lo anterior, para que sea efectivo, debe ser parte de una “…Pasión que mueve la mente, los corazones y hace historia”.
“Es (la) pasión que se traduce en poder. Cuando se utiliza en asuntos públicos, es un instrumento poderoso para el cambio político y social”.
Y cuando se hace difícil luchar contra quienes detentan un gran poder, no duda en insistir en el poder de la pasión.
“El poder genera pasión; y el poder necesita a la pasión como su agente…En toda su fuerza es menos autosuficiente que la pasión; la pasión genera su propio poder…es un tipo de poder…La pasión es más efectiva que el poder para un cambio político…que (sí) necesita ser sostenible…por eso la pasión puede llenar los huecos cuando el poder en sí no es suficiente…”
Y remata con una frase dirigida a nuestros estudiantes y ciudadanía (y también a los políticos y al gobierno), impulsora de los necesarios cambios que vendrán inexorablemente, como los de educación, y el del binominal.
“…La pasión y el poder deben trabajar juntos como socios que se apoyan mutuamente…” (O “unidos, ¿jamás serán vencidos?”).
Parece que nuestra crisis era (hasta ahora, por suerte), larga y des-apasionadamente contra-espiritual.