Los bosques, el manejo sustentable de ellos y el trabajo, son aspectos que están estrechamente relacionados. Son decenas de miles de personas las que viven de los bienes y servicios que entregan los bosques y plantaciones.
Tragedias como la muerte de brigadistas forestales en Carahue nos conmueven e invitan a la reflexión sobre el rol que cumplen miles de personas que viven de trabajos altamente riesgosos para sus vidas.
La Agrupación de Ingenieros Forestales por el Bosque Nativo (AIFBN) expresa sus condolencias y enfatiza su preocupación por las precarias condiciones de seguridad en las que se desenvuelven los trabajadores que combaten, controlan y vigilan los múltiples incendios que afectan a cientos de hectáreas de plantaciones, bosques nativos, terrenos agrícolas y viviendas rurales.
Somos un país forestal, sin embargo, se requieren esfuerzos sostenidos en el tiempo, realmente orientados a mejorar la calidad de las condiciones laborales de quienes aportan al crecimiento del sector y de quienes viven en torno a los bosques y las plantaciones.
Es de esperar que las familias afectadas puedan reponerse de la pérdida irreparable de sus seres queridos y que las empresas reaccionen ante este tipo de situaciones, tomando acciones concretas en pro de evitar casos tan dramáticos como el que atraviesa, en esta ocasión, La Araucanía.
Como país no podemos aceptar que tragedias de estas características sean recurrentes.
En invierno nos hemos acostumbrado a ver episodios de contaminación atmosférica en múltiples ciudades, con postas y hospitales llenos de niños y de adultos enfermos.
Ahora, nos estamos acostumbrando a una postal de verano reiterada, con incendios que destruyen bosques, plantaciones, villorrios y que se corona con la muerte de personas.
El mejor tributo a los brigadistas que sucumbieron en el combate de incendios forestales y a todos quienes han sido afectados por los diferentes incendios, es poner los mayores esfuerzos públicos-privados en resolver de forma sistémica este desafío país.
Degradación y destrucción nativa
La conducta negligente de las personas, en ocasiones intencional y una legislación débil ponen año a año en la boca de todos lo grave que son los incendios forestales y nos recuerdan, una vez más, que son causal histórica de la degradación del bosque nativo, a pesar de que CONAF impulsa campañas de educación para la comunidad.
Es alarmante y catastrófico lo que ocurre en las Torres del Paine y en otras zonas del país con miles de hectáreas de vegetación nativa quemada, ya que este tipo de hechos generan graves impactos al medio ambiente, como la pérdida de suelos, contaminación atmosférica y del agua por arrastre de sedimentos, desaparición de flora y fauna y el deterioro de un paisaje que quizás nunca volveremos a ver.
Los bosques nativos crecen y se desarrollan a una velocidad menor que las plantaciones exóticas, por lo que recuperar completamente una zona devastada tardará al menos varios decenios. A ello, se agrega la erosión del suelo que en invierno puede tener consecuencias altamente negativas.
En ese sentido es valorable que el Gobierno anuncie con ” máxima urgencia” una modificación a nuestra Ley de Bosques (1931) con el propósito de endurecer las sanciones para quienes provocan los incendios forestales.
Es claro que desde el Ejecutivo se reconoce que la actual institucionalidad forestal debe mejorar su dotación de recursos humanos y materiales para enfrentar de este tipo de catástrofes.
Además, no debemos olvidar que también necesitamos una nueva política forestal que garantice la recuperación del balance ecológico de regiones históricamente cubiertas con bosques nativos, especialmente en las zonas más devastadas; que conserve su legado natural, sus ecosistemas forestales, biodiversidad y recursos genéticos.
En las últimas décadas, el bosque nativo ha sido uno de los grandes perjudicados, no sólo por los incendios forestales, sino también porque el Estado ha carecido de una visión clara y una acción decidida de fomento, protección y conservación.
Por ello, es urgente modernizar la legislación e institucionalidad forestal.
Esperamos que después de disipado el humo de los incendios, haya un cambio efectivo para el siguiente período estival, y contemos con una legislación acorde a la importancia y nivel de desarrollo del país, así como un Servicio Forestal con los recursos humanos y materiales que permitan protegernos de los incendios forestales.