En un artículo titulado “Michelle Bachelet: ¿y si no regresa?” (La Tercera, 5 de diciembre de 2011), el analista político Patricio Navia especuló sobre la posibilidad de que Michelle Bachelet no sea candidata a la Presidencia de la República, lo que a su juicio pondría a la Concertación en la compleja situación de improvisar un candidato de reemplazo en conjunto con las demás fuerzas opositoras.
“La necesidad de incorporar a otras fuerzas y líderes de oposición –sostuvo-, es un obstáculo de difícil superación. Porque no tienen posibilidades de tener un candidato viable propio, el PC y los otros grupos de izquierda cambiarán sus candidaturas presidenciales simbólicas por cupos en la lista de candidatos concertacionistas al Congreso. Negociar con Enríquez-Ominami y su personalista partido PRO será más difícil. Si Bachelet no es candidata, ME-O tiene buenas posibilidades de ganar unas primarias de oposición, abiertas y vinculantes”.
No tiene mucho sentido especular respecto de si Michelle Bachelet será o no será candidata. Falta poco tiempo para que eso quede completamente despejado. Lo sorprendente del análisis de Navia es su afirmación de que si ella no compite, ME-O tiene buenas posibilidades de ganar unas primarias.
¿Está diciendo que si la ex mandataria compite, él no tiene ninguna chance, o que simplemente ya descartó competir con ella?
Todo indica que el sueño de ME-O de convertirse en Presidente necesita ya no sólo el funeral de la Concertación, tantas veces anunciado por él y Carlos Ominami, sino además que Michelle Bachelet desista de postular. Para tal efecto, el manual de la malevolencia recomienda empezar a atacarla, y ME-O ya lo hizo en una publicación semanal.
Las cosas por su nombre: Enríquez-Ominami no quiere aliarse con la Concertación, sino acabar con ella.
Ha rechazado la posibilidad de participar en el proceso de primarias para elegir candidatos a alcaldes, que hasta ahora compromete a la Concertación, al PC, al MAS y al MAIZ, y además ha definido una estrategia de “acumulación de fuerzas” basada en reclutar o tentar a cualquier concertacionista o ex concertacionista que quiera ganarse un espacio a su lado.
¿Renovación de la política? Reciclaje más bien de lo que caiga.
En rigor, ME-O es un “opositor de la oposición”, como lo definió certeramente un destacado dirigente socialista.
Es demasiado evidente que su enemigo político es la Concertación, sobre todo la Democracia Cristiana y el Partido Socialista.
Expresión de ello es que hoy busca levantar candidatos a alcalde en todas las comunas en las que pueda dificultar las perspectivas de la oposición, y hará probablemente lo mismo en la elección parlamentaria.
En 2009, ME-O se vio favorecido por el contexto de transfuguismo en la centroizquierda, el aporte financiero de su ex socio Max Marambio, y sobre todo por el apoyo abierto o encubierto que recibió del piñerismo.
Le fue bien, sin duda, pues lo más importante para él y su grupo era conseguir que la Concertación fuera derrotada, lo que se suponía que era el preámbulo de sus exequias.
¿Repetirá la gracia? No es sencillo. Pero podemos apostar a que él inscribirá su candidatura presidencial de todas maneras, en cualquier circunstancia, llueve o truene. Es su destino manifiesto.
De todo esto se deduce que pierden el tiempo los dirigentes de la Concertación que tratan de buscarle la amistad. Incluso los más amables han sido maltratados por él en cada oportunidad en que ha habido intentos de acercamiento.
ME-O tiene definido su rumbo y, como probablemente algunos le enrostrarán que antes pedía primarias y ahora las desprecia, dirá que tiene insalvables diferencias programáticas y filosóficas con las demás fuerzas opositoras para justificar su proyecto personal. Quizás él es su principal adversario.
Se equivoca Navia al imaginar una elección primaria opositora con la participación de ME-O, en la que, además, él tendría buenas posibilidades de ganar.
Ni la Democracia Cristiana, ni el Partido Socialista, ni el PPD, ni el PR, ni el PC ni los otros grupos opositores han dado señal alguna que pueda interpretarse como que, en un determinado escenario, estarían felices de la vida de ayudar… ¡a que Enríquez-Ominami se convierta en Jefe de Estado!
Sabemos que Navia lo apoyó la vez pasada en la primera vuelta (en la segunda, se inclinó por Piñera), pero eso no debería llevarlo a fantasear.
Encumbrado al estrellato político y mediático de la noche a la mañana, ME-O parece creer que está predestinado a seguir ascendiendo hasta el pináculo. Se esforzará por seguir presente en los medios de comunicación, hará ruido por aquí y por allá, pero su minuto de fama ya pasó.