El día sábado en la noche entraron a robar a uno de los Telecentros que tenemos en mi trabajo, agarraron al encargado, lo amarraron, lo metieron al baño y se robaron todo, computadores, sillas, teclados, cámaras etc., recién cerca de las 2 am el encargado se pudo desatar y dar aviso a los carabineros.
Si este robo hubiese ocurrido en alguna comuna del sector oriente de Santiago estoy segura que los carabineros habrían corrido a tomar huellas, quizás, con un poco de suerte, se hubiese aparecido nuestro ministro del Interior para exigirle a los fiscales que pusieran mano dura en la persecución de estos delincuentes, incluso le habría ofrecido apoyo sicológico al chico que estaba a cargo y que pasó varias horas encerrado y muerto de susto…
Pero no, esto no ocurrió en el barrio “alto”, esto que les cuento pasó en La Pintana, en la población 21 de mayo, y los carabineros no llegaron cuando se los llamó, el encargado tuvo que ir a la comisaria a hacer la denuncia, donde un cabo con toda la calma del mundo escribió el reporte, le entrego una “constancia” y le dijo que esperara que la fiscalía tomara contacto con él.
Ni toma de huellas, ni carabineros yendo al sitio del suceso, ni menos prensa contando lo violento del robo y la pérdida de más de 4 millones de pesos en computadores que prestaban un servicio importante de acceso y capacitación en computación a los vecinos del sector, el ministro del Interior ni se enteró y nadie fue a ofrecerle apoyo sicológico al encargado.
Me da rabia esto, mucha rabia a pesar de todos los avances que hemos tenido como país, seguimos siendo clasistas y discriminadores.
¿Porqué alguien en La Pintana no tiene el mismo derecho a un procedimiento justo y rápido como si ocurre en Las Condes o en Lo Barnechea?
¿Acaso el encargado es menos “persona” que alguien a quien asaltan en el barrio alto?
¿O quizás alguien puede pensar que los “pobres” no tienen derecho a tener computadores con acceso a internet y que por eso da lo mismo que se los roben?
Me impresiona escuchar, incluso a amigos, diciendo que para qué enojarse, que las cosas siempre han funcionado así y que no se van a poder cambiar; en esta sociedad de indignados donde está de moda reclamar por todo, echo de menos que nadie hable de justicia social, que nadie se indigne por estas pequeñas, pero grandes discriminaciones que ocurren todos los días y que la gente ve como lógicas.
Espero que algún día de verdad seamos “grandes” y no permitamos que estos abusos continúen ocurriendo.