En mi última columna “El fantasma de Diana Aron” escribía sobre el insensato homenaje y lanzamiento de un libro en honor al condenado coronel (R) Miguel Krassnoff, afirmando que en ocasiones la historia nos sorprende con sutilezas, oportunismos y crueles coincidencias. Ello en alusión a que este grave episodio tenía lugar en el aniversario número 37 del secuestro de la joven periodista Diana Aron.
Para mi sorpresa, las crueles coincidencias no se agotaron en ese hecho.
Por la tarde del mismo día que escribí la columna, leí en un diario vespertino las declaraciones del ex ministro del gobierno militar Alfonso Márquez de la Plata quien señalaba haber conocido a Krassnoff con ocasión de la visita a Chile de un grupo de cosacos que condecoraron al general Pinochet en la Fundación que lleva su nombre.
Estos en aquella oportunidad habrían rendido especial tributo a Krassnoff por ser nieto del líder cosaco Piotr Krasnow, añadiendo “Miguel Krassnoff es descendiente de famosos cosacos. Su abuelo y su padre fueron colgados en la Plaza Roja por combatir el comunismo”.
La forma con que Márquez de la Plata aludía a los antepasados de Krassnoff –“famosos cosacos”- me inquietó.
En efecto en la historia la “fama” de los cosacos siempre se relacionó con su participación en cruentos y sanguinarios hechos, y muy especialmente en matanzas contra los habitantes judíos de Rusia y Ucrania durante la época Zarista como en los años siguientes a la Revolución Rusia de 1917.
De hecho prácticamente toda mi familia paterna fue asesinada en lo que se conoció como el “Pogrom de Proskurov” el 15 de Febrero de 1919.
¿Sería entonces posible que el abuelo de Krassnoff fuera efectivamente un importante líder cosaco, y si era así, habría participado de hechos como los que marcaron el destino de mi familia?
Me aboqué obsesivamente a revisar la información disponible y para mi sorpresa esta es la historia que precede al Coronel (R) Miguel Krassnoff.
Su abuelo Piotr Krasnow fue un criminal de guerra que dirigió a los Cosacos del Don, en Ucrania, siendo responsable de numerosas matanzas -pogromos- en contra de los habitantes judíos de esas zonas.
Junto a otros criminales cosacos como Semeon Petlura condujeron -entre 1918 y 1920- más de 1300 pogromos asesinando a cerca de 150.000 judíos. Entre estas masacres destacaron las de Kiev, Sarny, Ovruc, Tetiev, Cherkowsky y Proskurov.
En esta última fueron asesinados 1600 judíos, entre ellos precisamente como lo anticipé, toda la familia de mi abuelo paterno, quien emigro a Sudamérica como único sobreviviente de aquella sangrienta orgía antisemita.
Con el advenimiento de Hitler al poder, y particularmente con ocasión de la invasión nazi a la ex Unión Soviética, Piotr Krasnow en su calidad de líder cosaco en el exilio, acordó con el General alemán Helmuth Von Pannwitz la incorporación de unidades cosacas al bando alemán, organizando la 1ª División de Caballería cosaca del Ejército Alemán. Entre dichos soldados se encontraba precisamente el padre del Coronel (R) Miguel Krassnoff, Semeon Krasnow.
En el año 1944 la mayor parte de estos soldados cosacos se incorporó a las sanguinarias Waffen SS, las tropas de elite de Hitler a cargo de la implementación del genocidio contra el pueblo judío.
Al término de la Segunda Guerra Mundial tanto Piotr como su hijo Semeon Krasnow se entregaron al ejército inglés en Austria, el que en cumplimiento de los acuerdos de Yalta los envió junto a otros prisioneros de guerra a la ex Unión Soviética para su juzgamiento.
Tanto el abuelo como el padre del coronel (R) Krassnoff son enjuiciados por crímenes de guerra, traición a la patria y colaboración con el enemigo, siendo condenados por el Tribunal Supremo de la URSS a la pena de muerte y ejecutados en definitiva por fusilamiento –no colgados- en el patio de la Cárcel de Lefortovo –y no en la Plaza Roja- en enero del 1947.
Claramente la relación de hechos que proporcionó Márquez de la Plata fue insuficiente o acomodaticia. Ni el padre ni el abuelo fueron “colgados en la Plaza Roja por combatir el comunismo”. Fueron juzgados como partícipes de crímenes de guerra junto al ejército de la Alemania Nazi al que voluntariamente se integraron y apoyaron.
Lamentablemente ni Piotr Krasnow ni Semeon Petlura ni otros líderes cosacos pioneros del terror masivo que impregnó a Europa a partir de la I Guerra Mundial fueron juzgados por las matanzas previamente realizadas en contra de la indefensa población judía de Rusia y Ucrania.
Sin embargo, así como el fantasma de Diana Aron apareció para reivindicar la memoria histórica de nuestro país, el fantasma de Proskurov, la aldea ucraniana de mi abuelo paterno también emergió para reivindicar su propia memoria.