Platón considera insuficiente la forma de financiamiento de la enseñanza en Atenas. Sabios y Filósofos discuten en las plazas o realizan discursos retóricos para convencer a los ricos que les entreguen a sus hijos como discípulos (pagados).
Platón busca, más allá de la enseñanza, la plenitud del pensamiento humano. Correr tras el lucro monetario o competir retóricamente hacen perder el objetivo del desarrollo superior del pensamiento. Le pide una finca retirada a un amigo y allí se instala buscando la creación universal en lo intelectual (ciencia, filosofía), lo estético (arte), lo moral (ética), lo integrado (posteriormente se llamará humanidades, letras, etc.) y lo espiritual (teodicea).
El amigo se llama Academos. Allí se inmortaliza la Academia como aquella comunidad que busca el desarrollo superior intelectual, estético, moral y espiritual. Esta actividad sólo puede ser financiada por ellos mismos o por mecenas interesados en ella. Desde entonces se inmortaliza a la Universidad como Academia.
En el Teeteto, Platón integra estos objetos sublimes del pensamiento “… Que Dios inventó la visión para nosotros y nos hizo presente de ella para que contemplando los cursos de la inteligencia en el firmamento, los pudiésemos trasladar a los movimientos de nuestro propio pensamiento, de la misma naturaleza que aquellos en tanto lo pueden ser lo perturbable y lo imperturbable, y para que tras su indagación minuciosa y una vez efectuado el cálculo de su justo caminar como corresponde a su esencia, ordenemos a imitación de los cursos circulares, libres de todo error en Dios, los de nosotros mismos”
¡Sáquele precio neoliberal a este aporte universal!
La Universidad nunca ha tenido como actividad principal, o mejor dicho específica o característica, la formación de profesionales o técnicos.
La formación de profesionales y técnicos se pegoteó en la historia a medida que los profesiones necesitaron de la ciencia básica para poder ejercer a un nivel compatible con el conocimiento humano (deformación pos Revolución Francesa y Napoleónica).
La Universidad busca el desarrollo personal en la autonomía intelectual, moral, estética y espiritual, y si hay una institución que forma profesionales pero que es incapaz de formar en este nivel de autonomía, no merece llamarse Universidad y debe quedar como Instituto Profesional (todas las Universidades chilenas).
Los grados académicos sí tienen estas exigencias. Así un Doctor en Ciencias o Filosofía debe tener, para recibir el grado, la autonomía intelectual para ser un investigador independiente.
Lucro no es tan sólo monetario, hay lucro estético, ético, espiritual, etc. El problema del neoliberalismo es que sólo el lucro monetario es el que vale.
Si Ud. optimiza su ganancia monetaria no importa que sacrifique la ética, la estética, la intelectualidad, la espiritualidad.
En discusiones a nivel nacional los subalternos de un Economista-Banquero que la Concertación puso como ministro de Salud me respondieron: Dr. Valenzuela Ud. no quiere entender que la Salud no es ni puede ser un valor, es meramente un precio (por eso estamos en donde estamos).
Lo mismo vale para Educación que es para el neoliberal un bien de consumo para formar los técnicos y profesionales que los empresarios necesitan, con el fin de optimizar su lucro monetario. Es decir la Educación no es un valor agregado a la persona sino que es un mero precio pagado por los padres o el Estado para rendirles ganancias a los ricos (Empresarios).
En el neoliberalismo el lucro monetario mata y en Chile ya ha matado a casi todos los otros lucros entre ellos a la Academia. No hay Academia en Chile, no hay Universidad en Chile.
No existe una comunidad en busca del desarrollo intelectual, estético, ético o espiritual.
No existe la instancia del Estado que esté pensando a Chile (misión que Chile encomendó a su Universidad). Las dichas Universidades no tienen programas para este desarrollo. Se hace investigación pero no ciencia. Es triste constatar que en estética por el problema del precio de las obras de arte, muchas de éstas en vez de estar a libre disposición para su goce, estén en las bóvedas de los bancos.
Es urgente refundar la Academia con un Estatuto Académico de Chile, que exija competitividad internacional, que regule los ascensos, la previsión, de estabilidad académica y personal.
El único crédito de una universidad es el crédito de su comunidad académica radicada y sin crédito académico no hay calidad de la educación. Lo mismo vale para el Estatuto Docente de Chile, reemplazado por calificaciones punitivas no formativas.
Los académicos del Estado de Chile deben ser pagados, reajustados y mantenidos completamente por el Estado, el cual debe exigir a cambio calidad académica de competencia universal, para asegurar al alumnado el alcanzar la autonomía personal que es el único valor del cual se desprenden todos los otros, incluida la preparación profesional.