Ayer en la tarde, mientras se realizaba el conteo de votos de la segunda vuelta en las elecciones de la FEUC, un grito que salía de las entrañas de los gremialistas comenzó a recorrer los pasillos de la Universidad Católica.
Ya era un hecho cierto que el movimiento que fundó Jaime Guzmán era nuevamente derrotado por fuerzas progresistas y democráticas en su propia cuna, en un minuto en el cual su sector, posee el monopolio del poder político, económico y mediático en nuestra sociedad.
“Comunistas, maricones, les matamos sus parientes por huevones”, repetían una y otra vez los ilustrados hijos del ideólogo de la dictadura, al que muchos en la derecha, aun le hacen reverencias por haber inventado un sistema político en donde no importa quién gane las elecciones, siempre la extrema derecha poseerá la llave de los cambios posibles.
A eso le llaman, de manera hipócrita, política de los consensos, que es lo mismo que invitar a la mayoría a resignarse a materializar aquellos cambios que esa minoría acepte para nuestro país, permitiendo, solamente, el cambio dentro de la continuidad.
Los más descarados, se atreven a llamar a eso estabilidad democrática, tratando de evitar reconocer que lo que les gusta, en verdad, es que las mayorías nunca puedan decidir acerca de sus propios destinos, instalando a la extrema derecha como el cerebro de la sociedad, que dicta lo que es bueno y lo que es malo para Chile, con esa visión tan propia de los fundamentalistas religiosos que se creen representantes divinos y por tanto, dueños de la verdad.
Lo que pasó ayer en la Universidad Católica, demuestra, a mi parecer, que una parte importante de la derecha, principalmente representada por la UDI y amplios segmentos de RN, no ha aprendido nada de sus errores de antaño y que a pesar de moverse en sociedad, hablando a destajo y sin una pizca de vergüenza de democracia, de respeto a las instituciones, de apertura al diálogo y otras mentiras, siguen brindando en silencio el 11 de septiembre, como si de verdad fuera una fiesta y siguen comentando, en secreto eso que el único error que cometió Pinochet… fue no haberlos matado a todos.
Son los mismos que, de manera absolutamente intransigente se niegan a torcer su brazo para entregarle al país una educación gratuita y de calidad para todo aquel que la demande, haciendo que cada cual pague lo que pueda, a través de una reforma que, de verdad, oriente la estructura tributaria de nuestro país hacia una profunda redistribución de los ingresos.
Son los que no quieren cambiar el binominal porque temen a las mayorías, debido a su plena conciencia de que su forma de pensar solo puede representar a una minoría que jamás tendrá la fuerza para ganar una elección verdaderamente democrática.
Son los mismos que disfrutan viendo las utilidades de las Isapres y las AFPs mientras los ciudadanos de nuestro país intentan sobrevivir con un sistema de salud jibarizado y con pensiones escandalosamente bajas, a pesar de lo exitoso del negocio.
Son los que disfrutan con que nuestras riquezas naturales, terminen enriqueciendo a otros, asegurando el futuro de varias generaciones, mientras nuestros jóvenes ni siquiera logran visualizar un horizonte hacia el cual caminar.
Son los líderes de los que ayer gritaban, “Comunistas, maricones, les matamos sus parientes por huevones” y que gracias a nuestros jóvenes y al despertar de nuestro pueblo, comienzan a perder la calma, a decir lo que piensan y a quedar, por lo mismo, en triste evidencia.