Por estas cosas de la vida, soy vecino de una oficina comercial de LAN Chile, localizada en la esquina de las calles Isidora Goyenechea y Luz, sector El Golf de la comuna de Las Condes.
Esta empresa aeronáutica, otrora estatal, gracias a su eficiente administración y buenas relaciones con los distintos gobiernos, se ha posicionado como una de las más importantes del mundo y por ello está a punto de fusionarse con la brasileña TAM.
Los propietarios de ambas compañías dicen que esta asociación comercial se hace exclusivamente para mejorar la atención a sus clientes y por las futuras economías de escala, reducir sus tarifas. A ellos los anima sólo hacer el bien a la comunidad de usuarios de sus vuelos, tanto nacionales como internacionales.
LAN se ciñe por un juicioso código de conducta publicado en su página web y adhiere con convicción, según afirman sus voceros, a los principios de la denominada Responsabilidad Social Empresarial.
El mercado cree que tales comportamientos se aplican siempre por parte de esa sociedad anónima, de la cual el presidente Piñera era uno de sus principales accionistas.
Ahora bien, hace unos 3 años LAN remodeló radicalmente una antigua casona de valor arquitectónico, para transformarla con líneas muy modernas en un aséptico local de venta de pasajes y atención a clientes en la referida esquina. Claro que no respetó la línea de edificación establecida en el Plan Regulador Comunal y subrayamos en todo caso que sólo el interior del local es aséptico.
Por si fuera poco, también se vulneraron las normas urbanísticas del sector ya que no existen los obligatorios antejardines sobre esas dos vialidades.
Los arquitectos del proyecto de remodelación procedieron en forma utilitarista, no sabemos si fue así por orden de los dueños de la empresa o porque fue una decisión propia de ellos para congraciarse con sus mandantes, hombres de negocios que, al fin, todo lo miden en cifras.
En efecto, esos espacios privados que debieran ser verdes con especies arbóreas, son explanadas duras en donde, frente a la calle Luz, clandestinamente se estacionan automóviles, a pesar de que bajo el suelo de Isidora Goyenechea, a escasos metros de ese local, existe un excelente estacionamiento público con tarifas muy razonables.
Por otro lado y demostrándose un desinterés absoluto por el espacio en donde se desplazan los peatones, es decir, fuera de la línea oficial, los empleados que trabajan en esa empresa aérea botan desaprensivamente las colillas de los cigarrillos que no pueden fumar al interior de esa oficina, ensuciando la acera en forma permanente y por lo tanto dejándola con una pésima presentación.
Ello contrasta con el resto del espacio público de la calle Luz que presenta pulcros antejardines verdes, con distintos arbustos y flores, respetándose la presencia en sus platabandas de las magníficas especies arbóreas plantadas hace más de 50 años por los profesionales de Ornato y Jardines de esa municipalidad.
Ante este impresentable escenario nos vimos impelidos a formular la denuncia de rigor ante las autoridades municipales de Las Condes, las cuales le cursaron el 12 de octubre pasado a la compañía infractora una resolución para que se regularice la situación en un cierto plazo fijo.
Ahora esperamos que LAN asuma en plenitud su responsabilidad de buen ciudadano y se ponga manos a la obra para recuperar la impronta del sector. Si esta columna llega a manos de sus accionistas controladores, estamos seguros que ellos impartirán inmediatamente las instrucciones correspondientes para que, al menos en la calle Luz, exista pronto la necesaria simetría paisajística.
No le podemos pedir a los empleados de esa compañía que dejen de fumar, pero sí le sugerimos a los hermanos Cueto que impartan las instrucciones para que el departamento de abastecimiento de LAN adquiera los ceniceros que faltan en ese vistoso local comercial.