Marco Enríquez-Ominami creyó que no le iba a costar formar su propio partido después de haber alcanzado el estrellato en la pasada elección presidencial, pero no ha sido nada sencillo.
El PRO sólo ha conseguido inscribirse en las regiones XV, I, II y Metropolitana, según la información del sitio web del Servicio Electoral.
Para establecer una comparación, el MAS, el partido de Alejandro Navarro, ha oficializado su inscripción en 6 regiones, en tanto que el PRI, en todas las regiones.
La hora de la verdad para el PRO será la elección municipal de octubre de 2012, cuyos resultados influirán ciertamente en las expectativas de su líder para las elecciones parlamentaria y presidencial de noviembre de 2013.
Pues bien, con vistas a la elección de alcaldes y concejales, el partido de ME-O lleva adelante en estos días una singular campaña para reforzar sus filas, la que consiste en quitarles adherentes a otras fuerzas.
“¿Esclavo de tu partido?”, es la pregunta que aparece en el sitio web del marquismo.
Y luego, el llamado: “Libérate, es el momento de renunciar a esos partidos que no te dejan participar. Tienes hasta el 27 de octubre para renunciar a tu partido. Libérate, si no, quedarás preso en lo mismo de siempre”.
En efecto, el 27 de octubre se cumple el plazo fijado por la llamada “Ley Antidíscolos” para que alguien se desafilie de un partido y se afilie a otro si es que aspira a ser candidato en la elección municipal.
Si una persona renuncia a su militancia después de esa fecha, no podrá postular, lo que constituye un enorme cambio respecto de lo ocurrido en las elecciones anteriores, cuando se popularizó la figura de los “descolgados”, esto es, aquellos militantes que, después de perder la competencia interna, daban el portazo en su partido para postular por su cuenta o bajo otro alero.
La campaña de ME-O se orienta, pues, a conseguir potenciales candidatos a alcaldes y concejales.
¿De qué huerta quiere cosechar? No hay misterio: de la huerta de la Concertación, en particular de la del PS y de la del PPD.
Según la información entregada por el PRO a El Mercurio (18/10/2011), ya contabiliza 400 renunciados de los partidos concertacionistas, de los cuales 18 son concejales en ejercicio, entre ellos Héctor Zamora, de la comuna Diego de Almagro, que renunció al PS, y Esteban Velásquez, de Calama, que renunció al PPD.
No puede ser más indecoroso que un partido cifre sus mayores expectativas de crecimiento en la posibilidad de “levantarles” militantes a otros partidos, sobre todo cuando hace ostentación de ser una fuerza nueva, incontaminada, con mejores hábitos que los partidos antiguos.
Se podría esperar que el PRO buscara gente independiente, ciudadanos sin historia partidaria, pero no es así.
Prefiere cosechar en la huerta ya cultivada de otros partidos.
El ofrecimiento es desenfadado: “renuncia a tu partido a cambio de la candidatura que estamos reservando para ti”.
Renovación de la política, le llaman.
¿Es el PRO un partido amigo del PS y el PPD? Si es así, se podría decir que no necesitan enemigos. Pero, además, no hay cómo eludir esta pregunta: ¿de esta clase de convergencia se hablaba en los últimos meses?
Nadie podría acusar a Enríquez-Ominami de no sostener una línea clara. La suya es transparente.
Consiste en atacar con saña a la Concertación cada vez que tiene oportunidad, lo que va acompañado del mensaje de que la coalición está agónica y es necesario apurar el deceso.
Su plan personal –volver a ser candidato presidencial –necesita la muerte de la Concertación.
Lo que cuesta entender, pese a estos antecedentes, es la posición mantenida por quienes han imaginado una nueva coalición política que incorpore a ME-O, mientras él ya ni se preocupa de guardar las apariencias y trata de llevarse a todos los militantes socialistas y pepedeístas que pueda conquistar con una promesa de candidatura.
La duda es si los partidos contra los que dirige su acción de socavamiento se limitarán a poner la otra mejilla.