Ciertas iniciativas, documentos que van y vienen, declaraciones de políticos viejos y jóvenes, me hacen pensar que podría estar configurándose un retorno de la cultura política chilena de los tres tercios.
Durante a lo menos dos décadas se instaló y se mantuvo estable en Chile una estructura política de dos grandes conglomerados políticos.
Tal estructura política fue creada a partir de fines de la década de los ochenta del siglo pasado y llevó a que la política chilena se expresara en y en torno a dos grandes coaliciones del espectro político-ideológico, una de centro-izquierda y hacia la izquierda (la Concertación) y la otra de centro-derecha y hacia la derecha (la Alianza).
Esa estructura funcionó –políticamente- en virtud de la disposición de los partidos políticos, de sus dirigentes y de las coaliciones a articular, agregar y conciliar intereses, demandas e ideologías muchas veces divergentes.
Si bien algunos manifestaban renuencia y críticas a dicha estructura, se admitía que era preciso convivir con ella para lograr mantener un régimen político estable que fuere esencialmente –aunque no perfectamente- democrático.
La estructura política dual funcionó bastante bien mientras estuvo en el Gobierno y fungió como coalición gobernante aquella de centro-izquierda.
Ello era algo más congruente con la cultura ideológico-política del país que –a mi juicio y conforme a los datos disponibles- tiende, prácticamente desde la segunda década del siglo pasado, a ser de centro-izquierda y no de centro-derecha.
Cerrado el ciclo de los gobiernos concertacionistas, e incorporada al poder gubernamental la otra coalición de la estructura dual, ésta comenzó a funcionar mal: se produjo una más notoria incongruencia entre la estructura y la cultura política.
Ello porque además que la cultura política chilena no es proclive a la centro-derecha emergió un segmento de ciudadanos que estaba casi como esperando una mejor oportunidad para movilizarse, plantear sus exigentes demandas y expresarse, políticamente, en contra de la política, los políticos, los partidos políticos y la estructura dual.
Dentro de la actual Oposición tal postura terminó por expresarse también y sería principalmente uno de sus partidos, el PPD y el Partido Radical Social Demócrata, que comenzarían a iniciar esfuerzos por ampliar la coalición y en definitiva abrirse a la posibilidad de crear una tercera coalición de partidos, más a la izquierda, ideológicamente, que la Concertación.
Como se sabe, existe un esfuerzo de última hora por tratar de evitar aquello, cuyos resultados están pendientes, y así, lo que ocurra al respecto depende de eventos en el futuro, que no conocemos ni podemos conocer -por eso no creo en la futurología- pero puede formularse la hipótesis que podrían retornar los viejos tres tercios de la política chilena.
De otro lado, puede señalarse con certeza, que una estructura de tres tercios dejaría en posición difícil y compleja al partido más de centro de la Concertación: la Democracia Cristiana.
La DC, aislada, por sí sola, quedaría en una posición política muy debilitada y por lo tanto el centro y la moderación política chilena también.
Ello, desde mi perspectiva, no constituiría una buena noticia.
Para el PDC, a mi juicio, una dificultad mayor radica en que si bien en materias socio-económicas y políticas se ubica hacia la izquierda del espectro político-ideológico chileno, al mismo tiempo, por su orientación ética de impronta humanista-cristiana, tiende a sostener posiciones ideológicas estimadas como no “progresistas” por sus otros socios de la Concertación.
Me refiero con ello, principal más no exclusivamente, a materias de carácter ético tales como la naturaleza del matrimonio, la familia y su rol central en la sociedad, el aborto, la eutanasia.
En la resolución de todo esto considero que será el Partido Socialista el que jugará un rol fundamental.
Ello porque si bien el PPD y el PRSD parecen en buena medida dispuestos a romper la Concertación, el PS no lo está porque considera fundamental que exista la DC y juegue un rol atractivo para los sectores medios y moderados del país.
Ese entendimiento entre el PDC y el PS, sin embargo, expresa también la probabilidad que, como señalé antes, vuelvan los tres tercios.
Si ello ocurre planteará un desafío mayor al imperfecto, criticable y muchas veces acerbamente criticado régimen político democrático chileno actual.
Especialmente si se considera que la cultura política chilena tiende no solamente a ser tri-polar sino que, además, han comenzado a emerger señales de una aún mayor segmentación política.