Claramente es mucho mas necesaria que factible, a lo menos con los mecanismos que la carta del 80 otorga para cualquier reforma institucional de envergadura.
Todos sabemos que el resultado de las parlamentarias 2009 no permitieron convertir en viable lo necesario.
Los resultados trajeron más novedades que las acostumbradas, en materia parlamentaria, pero su magnitud no alcanzó, ni con mucho, para abrir los cerrojos que habilitan las reformas necesarias.
Prefiero hablar de reformas, que de nueva constitución, más bien veo una nueva constitución como el resultado, en el mediano plazo, de un esfuerzo de negociación transversal, que puede eventualmente concluir en una nueva carta.
Es esta reconozco mi opinión muy personal, pues pertenezco a un partido y a un conglomerado donde se ha instalado fuertemente el tema de una nueva constitución, sí o sí.
En general siempre he creído que la necesidad de nuevas cartas fundamentales tiene más que ver en épocas “refundacionales”, me parece que colocarnos en esa disyuntiva es más bien artificial, y puede ser productora de sensaciones de inestabilidad.
Los procesos tipo Chávez, Morales, Correa, lejos de producirme admiración, me producen serías dudas, más bien reproches.
Sí creo que es indispensable abocarse a reformas políticas, su postergación indefinida, amparados en los candados aún vigentes me parece altamente irresponsable. Ya hay efectos graves de participación, que poco a poco van deslegitimando nuestra arquitectura constitucional.
Que reformas, déjeme señalar algunas que me parecen más urgentes:
Sistema electoral:
La permanente polémica sobre el sistema electoral vigente desde 1989, debiera dar paso a la búsqueda de un acuerdo modificatorio.
Para justificar su mantención ya no basta su merito original, el que reconozco, contribución a la existencia de dos grandes bloques, bajo número de partidos y efectos de mayor gobernabilidad.
Los incumbentes del bando que seamos, se ven brutalmente favorecidos. Ello ha contribuido mucho a una dicotomía compleja, en efecto mucho reproche discursivo, pero escasa decisión de cambiarlo.
Me parece que es este tema muy central de reforma política, y requiere de un esfuerzo de negociación en que todos estemos dispuestos a ceder.
Las bases de la búsqueda de un acuerdo, las podemos encontrar en la propuesta que hiciera la comisión presidida por Edgardo Boeninger Kausel, hace ya algunos años.
a) Mayor competitividad al sistema que cada partido, pacto o subpacto lleve el número de candidatos que desee.
b) Establecer un número de Diputados a elegir por aquellos partidos que obteniendo más de un 5% de los votos, no pudieran acceder a escaños por votación directa.
c) Volver a un Senado de 50 miembros.
d) Rediseño de los distritos y subdivisión de las circunscripciones regionales o subregionales, y así terminar con un gran defecto del binominal, la gigantesca disparidad en el valor de los votos.
Una reforma del sistema sobre estas bases mínimas, permitirá mayor competencia, más participación y un reflejo más genuino de la voluntad popular.
De esos acuerdos pueden surgir sin duda caminos más expeditos para diversas reformas pendientes, hoy protegidas por un binominal intocado por más de 20 años.
• Reformas al Sistema de Partidos Políticos que debe incluir, a mi entender; los siguientes aspectos:
- Mecanismos de selección de candidatos
- Protección de los derechos de los afiliados
- Participación de los militantes en la formulación de la voluntad partidista
- Elección de autoridades
- Distribución del poder dentro de los partidos
- La disciplina de los parlamentarios
- Mecanismos y métodos de rendición de cuenta dentro de los partidos.
Nuestra larga tradición de partidos políticos, fuertes, con programas, respetados por la ciudadanía, con capacidad de influir en el desarrollo de la nación, ha sido sin duda una contribución importante al desarrollo nacional.
El grave deterioro de la imagen pública de los partidos, como lo certifican todos los estudios de opinión, hacen indispensable avocarse con urgencia, a intentar resolver este problema.
• Reformas sobre gasto y financiamiento electoral:
- Los acuerdos Insulza – Longueira 2003, marcaron un antes y un después en esta materia, y nos dan una clara base para seguir progresando en esta importante aspecto del desarrollo político.
Creo que a lo menos deben incluirse los siguientes temas:
- Fin de las donaciones reservadas, es necesario trasparentar todas las donaciones.
- Revisar la posibilidad que las personas jurídicas hagan donaciones, limitándolas a las personas naturales. Se que este no es un tema fácil de resolver, pero requiere de una nueva discusión.
- Definir el tema del gasto en las pre- campañas
- Otorgar verdaderas atribuciones al Servicio Electoral en materia de control de gasto. Hoy digámoslo el control es bajísimo, por no decir nulo.
- Responsabilidad de los candidatos en materia de gasto, no solo de los administradores.
- Financiamiento Público permanente a los partidos políticos, no solo en función de los gastos electorales.
- Termino de toda discrecionalidad y plena transparencia en la entrega de recursos públicos para programas de carácter social.
- El resultado de las reformas indicadas, debe ayudar a alejar cada vez más la influencia del dinero en la política, en las elecciones.
- Sé que estas reformas son solo algunas de las pendientes, pero me parecen esenciales y más urgentes. Creo que el procedimiento para enfrentarlas debiera intentarse a la brevedad. La propuesta de los Senadores Zaldívar y Escalona, en cuanto a crear una comisión bicameral, parece interesante y práctica.
A veces pareciera que el status quo, es un ambiente aceptado por nuestra dirigencia, aquella actitud nos puede estallar en la cara, y cuando eso ocurre suele ser productora de graves efectos en la convivencia nacional.