Mientras veíamos el 11 de septiembre la final femenina del Campeonato Abierto de tenis de Estados Unidos sobre el cemento de Flushing Meadows, simultáneamente había actividades conmemoratorias por las víctimas del Golpe de Estado en nuestro país 38 años atrás y en Nueva York los estadounidenses recordaban los fallecidos en el ataque a las Torres Gemelas hace 10 años, recordé otro 11 de septiembre, absolutamente diferente al de los de trágicos recuerdos y sí muy ligado a lo que se disputaba en la cancha dura de Flushing Meadows.
Un 11 de septiembre, pero 74 años atrás, en 1937, una jugadora de tenis chilena, la más extraordinaria que ha surgido en nuestro país, Anita Lizana, la popular “ratita”, como era conocida en el ambiente deportivo chileno, ganaba la final en la entonces cancha principal de Forest Hills donde se celebraba el Campeonato de tenis de Estados Unidos.
Su extraordinario triunfo conseguido ante la jugadora polaca Jadwiga Jedrzejowska la convertía en aquel entonces en la número uno del mundo en el tenis femenino.
Esa notable hazaña ha sido olvidada con los años y al hacer recuerdos de las grandes actuaciones de nuestro tenis más allá de las fronteras, es opacada por el recuerdo de los triunfos de Marcelo Ríos, Fernando González y Nicolás Massú.
Anteriormente de Hans Gildemeister, Jaime Fillol y para los más memoriones las hazañas de Luis Ayala.
Sin embargo el único triunfo del tenis chileno en uno de los cuatro grandes campeonatos del mundo que conforman el Grand Slam conseguido por Anita Lizana casi nunca es recordado.
Por eso, mientras los australianos se emocionaban porque su estrella Samantha Stosour, apabullaba ante más de 20 mil espectadores a la estrella local Serena Williams, me imaginaba lo que habría sucedido si nuestra gran raqueta hubiese estado en esa instancia, con una transmisión de televisión vía satélite para todo el mundo, triunfado y levantando la copa de campeona en la que en 1937 se inscribió su nombre.
Para quienes no lo saben Anita, humilde jugadora del club de tenis Mundial, nacida en 1914 en el corazón de la Quinta Normal, hija deRoberto y de Sofía encargados de la mantención de ese club creció junto a sus cuatro hermanos respirando tenis.
Desde muy pequeña conoció los secretos de ese deporte y muy pronto destacó a nivel nacional alcanzando el Campeonato adulto femenino con sólo 15 años, debiendo jugar incluso contra los varones de la época ya que no tenía rivales que la inquietaran entre las mujeres.
Fue así como con recursos de los aficionados de diferentes clubes y apoyo del destacado periodista de tenis de entonces, José Saldaña, en 1935, tras ganar los campeonatos de Sudamérica, viajó muy joven a Europa donde en gran campaña conquistó ocho títulos.
Una mejor actuación cumplió al año siguiente en su segundo viaje al Viejo Mundo al ganar 17 títulos, 3 de dobles y 5 mixtos, incluyendo los cuartos de finales en Wimbledon ubicándose 5ª en el ranking mundial.
Hasta que en su tercera incursión, en 1937, tras el tradicional periplo por Europa donde triunfó entre otras competencias en North Sunderland y Escocia y alcanzó por segunda vez los cuartos finales de Wimbledon, viajó a Estados Unidos a jugar el Campeonato de ese país que se disputaba sobre el césped de Forest Hills.
Tras seis victorias consecutivas llegó a la final donde superó brillantemente por 6-4 y 6-2 a la polaca Jedrzejowska.
Anita maravilló a todos con su gran actuación luciendo su agilidad y desplazamiento sobre el pasto estadounidense.
Tras la victoria el cronista especializado Wallis Myers del prestigiado Daily Telegraph la ubicó en el primer lugar del ranking mundial que era la forma como entonces se establecía el escalafón internacional.
A su vuelta a Chile Anita fue esperada con gran entusiasmo en el Aeropuerto Los Cerrillos y posteriormente fue recibida en La Moneda por el entonces presidente Arturo Alessandri Palma.
En Valparaíso fue elegida reina de los Juegos Florales y ovacionada por todos los aficionados.
Al año siguiente Anita viajó nuevamente a Europa pero ya no triunfó en las canchas sino que ganó el corazón del noble escocés Roland Ellis con quien se casó y radicó en su castillo en Escocia.