La Presidenta del PPD Carolina Tohá ha propuesto superar a la Concertación, abrir paso ahora a una Convergencia Opositora y avanzar decididamente a la construcción de una nueva coalición política y ciudadana capaz de representar los anhelos de cambios que el país expresa.
Detrás de ello está la convicción de que si bien la Concertación por la Democracia ha jugado un rol único y ha encabezado por más de veinte años las mayores transformaciones de la historia de Chile, hoy, en el nuevo escenario, ya no es el actor adecuado para encabezar esta nueva etapa del desarrollo del país.
No tiene ni la amplitud suficiente para constituirse en una mayoría política y social ni la capacidad de convocatoria dado que para el grueso de la población su identidad, como bien dice Tohá, está estrechamente ligada a un período, a determinados ejes y contradicciones, a una manera de entender la política y la forma de enfrentar los conflictos.
Y este tiempo termina inexorablemente.
Ya no bastan los liderazgos personales ordenadores ni las mediaciones de los partidos que viven una profunda crisis en Chile como en el mundo.
Hay un creciente fastidio de la ciudadanía con ciertos estilos de aquellos grupos de poder que pretenden seguir ordenando desde arriba e imponiendo “políticas de acuerdos” al margen de una sociedad civil cada vez más protagónica, crítica, que se auto convoca y comunica a través de las redes sociales, que ya no está dispuesta a aceptar decisiones de las elites políticas que se toman en su nombre o representaciones cada vez mas agotadas.
Lo que está hoy en el centro de un profundo y mayoritario malestar ciudadano es el rechazo al modelo económico neoliberal y a los innumerables abusos e injusticias y falta de oportunidades de los que son víctimas las personas como parte de la esencia de un poder mercantil que optimiza utilidades arruinando a la mayoría de la población y destruyendo el medio ambiente.
Pero también las crecientes movilizaciones apuntan a sobrepasar un tipo de democracia estrecha, regida por una Constitución nacida sin legitimidad social y donde la herencia de la dictadura continua marcando el sello de un sistema político excluyente, poco representativo, elitista, donde la deliberación es considerada peligrosa y los sueños subversivos.
En suma, que no otorga un espacio real para la expresión de la ciudadanía.
En ambos temas, los gobiernos de la Concertación avanzaron y dieron paso a un Chile muy radicalmente distinto al de la dictadura.
Pero es innegable que su identidad está también cruzada por lo que no se hizo, por las debilidades para acometer reformas más profundas, que -como dice Tohá- enfrentaran con más fuerza las desigualdades, los límites de la democracia y los abusos del mercado.
Justamente porque la Concertación por la Democracia tiene un patrimonio ético, político, cultural y social, porque nació en un período muy difícil de la historia del país para conquistar y reinstalar la democracia, las libertades y construir un país mas justo, es que hoy tiene el deber y la posibilidad de asumir como tal el nuevo escenario e ir más allá de ella misma para contribuir a generar una instancia que sea capaz de representar a la mayoría política y ciudadana opositora al actual gobierno de derecha.
El rol de los cuatro partidos que expresan la alianza del centro y de la izquierda, el entendimiento del mundo cristiano y de la socialdemocracia, continúa siendo vital, pero a todas luces no es suficiente
Hay otros actores políticos y sobre todo ciudadanos que no se sienten representados por la actual Concertación y con los cuales hay que confluir para formar un nuevo conglomerado más amplio, capaz de generar una dinámica opositora unitaria, plural, cercana, cuya imagen esté puesta en los objetivos y en los sueños de futuro y no ya en lo realizado.
Por tanto, detrás de la propuesta de Carolina Tohá y del PPD hay un llamado a sus aliados a ser parte de esta otra historia que hoy se escribe en Chile, como en otros lugares del mundo, en las calles a través de una ciudadanía indignada que no está dispuesta a continuar soportando los abusos y las discriminaciones y que quiere ser parte del debate y de las soluciones.
Nadie debiera dramatizar este paso. No existen las alianzas políticas para siempre menos cuando vivimos una realidad marcada por el cambio, la complejidad, la incertidumbre.
Esto no debiera ser visto por nadie como una amenaza ni menos como una derrota, sino como una gran oportunidad de ser parte también de lo que viene.
Las alianzas se crean para canalizar los sentimientos y anhelos de la población y construir realidades sociales que hagan más feliz la vida de las personas comunes.
Son grandes instrumentos que cuando cumplen sus objetivos o se agotan, se cambian.
Este es el desafío de hoy: construir una alianza en sintonía con estos tiempos y con estos ciudadanos, y que proponga al país no solo una coherencia opositora a un gobierno de derecha de matriz neoliberal, sino un proyecto progresista para el futuro de Chile.