La vida se encarga de hacer los vínculos que no somos capaces de hacer en la vida cotidiana, y que nos permiten visualizar el verdadero sentido de algunos conceptos.
En estos días, en que Chile se ha remecido por la desaparición de 21 personas producto de un accidente de avión en medio del océano, al mismo tiempo está en los cines el último documental de Patricio Guzmán “Nostalgia de la luz”, que tiene como personaje protagonista a una mujer que lleva más de 25 años buscando a su propio desaparecido, su detenido desaparecido en el océano del desierto.
Chile entero está consternado con la desaparición de estas personas identificando con mucha empatía la máxima tragedia que puede significar para una familia la imposibilidad de cerrar el luto, cuando no hay cuerpo, porque está desaparecido
500 hombres de varias ramas de las fuerzas armadas, han trabajado día y noche por recuperar los restos mortales de los 21 desaparecidos, porque comprenden que solo así se sentirá paz. El Estado se hace cargo de estos chilenos desaparecidos.
Ineludiblemente vuelvo al pasado, a nuestro pasado de detenidos desaparecidos, y a aquellas mujeres, que como dice la protagonista de Nostalgia de la luz “somos la lepra de la sociedad chilena”.
Ineludiblemente vuelvo al dolor que hasta hoy viven hombre y mujeres de Chile porque aun no encuentran tan solo un hueso de algunos de sus hijos, padres o hermanos.
¿En que momento nuestro país diferenció a los chilenos?
¿Acaso los desaparecidos de la dictadura no merecían ser buscados con el mismo ímpetu que estos 21 chilenos desaparecidos ahora?
¿Porqué esta escena viste de mayor dignidad y empatía nacional?
Ya lo han dicho las autoridades, no descansarán hasta encontrar al último.
Lo mismo me habría gustado escuchar en las palabras de Aylwin, Frei, Lagos y Bachelet.
A cambio nos bastó con callar y dejar que el tiempo pasara. Y poco a poco dejamos solas a tantas mujeres y hombres que hasta hoy no han podido cerrar su luto.
Quiero vivir en un país más digno, donde cada chileno y chilena valga lo mismo, donde lo relativo no juegue con la dignidad humana, donde no volvamos a ver nunca más un documental que nos enrostra el pasado no resuelto, donde no dejemos abandonados a mujeres y hombre que lo único que necesitan es paz.