Es inaceptable la desregulación y abuso con que opera el mal llamado, mercado de la salud en Chile.
Este sistema, malo y caro, recibe el 7% de las remuneraciones de los trabajadores, más el cobro adicional en el caso de las Isapres, más el cobro del GES y más el cobro del seguro catastrófico.
En teoría, ese aporte obligatorio de los afiliados, es a cambio de prestaciones médicas para ellos y su grupo familiar. Por eso, que las Isapres los tientan con mejores planes de salud, para obligarlos a pagar un monto adicional al 7%.
Sin embargo, cuando requieren atención del sistema de salud -15% Isapres y 85% Fonasa- no solo no obtienen una retribución justa, sino que además, tienen que empezar a pagar por cualquier servicio que les otorguen.
En el caso de las Isapres, desde que se ingresa el sistema es abusivo, sobre todo con las mujeres, a quienes arbitrariamente estas empresas evalúan y discriminan si están en edad fértil o si ganan menos de $ 300.000, para constatar al momento de pensionarse, que luego de pagar toda la vida, se es más discriminado con supuestos factores de alto riesgo, inventados por las mismas Isapres, o simplemente se les termina echando de las Isapres por exceso de edad, sin que las instituciones del Estado les defiendan.
Es frustrante constatar que ese 7%, -más el pago adicional- no sirven de nada cuando se recurre al sistema, sino que hay que continuar pagando. Veamos:
a) al consultar al médico, hay que cancelar, en este caso, sus honorarios.
b) si el profesional tiene dudas, pedirá exámenes que también deberán cancelarse.
c) si detecta alguna enfermedad y receta medicamentos, hay que comprarlos al precio que fijen las coludidas y monopólicas farmacias.
d) si hay que ser internado, solo es posible, si se tienen recursos económicos para costearlo.
Sino existen “contactos” para ingresar oportunamente a un hospital público, o si no hay familiares que presten el cheque de garantía y/o apoyen económicamente, etc., etc., las posibilidades de sanar disminuyen ostensiblemente.
Y el camino que queda, es mentir para encontrar alguna alternativa y, por último, sino se tiene un bien que vender, convencerse que a pesar de estar años cotizando el 7% de la remuneración, más un adicional, pagando Auge y pagando el seguro catastrófico, lo más probable es que haya que sucumbir por ser incapaz de financiar los precios de mercado.
Esta es la realidad de muchas personas, de un país que dejó de considerar a la salud un derecho, para lucrar con ella.
Incluso, podemos considerar como agravantes que las Isapres, han sido eximidas de:
a) la atención dental, que es casi exclusivamente privada y hay que pagarla aparte.
b) la atención a los trabajadores accidentados, que se financia con la Ley 16.744.
En la perspectiva libremercadista en que se cimenta el sistema, la salud es para quien puede pagarla.
Se supone que está garantizada por el Estado, pero los ideólogos del modelo neoliberal resolvieron, por sí y ante sí, inventar las Isapres para que ellas “garanticen” salud para todos.
El tiempo ha demostrado que las intenciones eran lucrar con la salud y que ahora ésta se considera un bien transable, un bien de consumo al estilo de la Educación como la definió el Presidente.
La alternativa, sería considerarla un derecho, en cuyo evento, el Estado tendría que garantizarla.
También con el actual modelo, las Isapres claramente vulneran derechos Constitucionales al discriminar a mujeres, adultos mayores o sueldos inferiores.
En varios países de la OCDE, solo por el aporte legal, las personas reciben, a cambio, atención médica, hospitalización y medicamentos, es decir, pagan una sola vez. En Chile, hay que pagar adicionalmente, por toda prestación médica o tratamiento.
El 7% de cotización obligatoria, en una conducta casi expropiatoria de las Isapres, va directo a la administración y a engrosar las utilidades de las Isapres.
Las ganancias de las Isapres los primeros siete meses del 2011, alcanzaron cifras escandalosas, crecieron un 70% respecto del mismo periodo del año pasado, llegaron a $ 46.000 millones.
Esto demuestra que las Isapres le mintieron al país, cuando justificaron las actuales alzas de los planes de salud, diciendo que eran porque sus ganancias eran exiguas.
En Chile los trabajadores cotizan el 10% de sus remuneraciones a un Fondo Individual destinado a financiar para pensionarse. La cotización del 7% de salud, no va a ningún fondo.
Mientras se mejora Fonasa, se elimina el lucro y se estudian las reforma sustantivas que el país necesita no solo en salud, sino que en lo político, económico, social y cultural, el dinero de ese 7% debiera ingresar a un Fondo de Salud Individual del Afiliado, contra el cual el trabajador(a) pueda girar, cada vez que requiera prestaciones médicas o dentales.