Se ha exigido con énfasis que una institución educacional privada no debe lucrar si recibe subvención del Estado. Se exige también gratuidad en la educación.
En la columna anterior ya demostramos que el dinero que recibe el Estado del pueblo de Chile (impuesto promedio del 19% al ingreso) es más que suficiente para dar educación pagada por ese Estado (que es la organización del pueblo de Chile) a todos los chilenos, y aún así queda espacio para el privado.
¿Son estos dos problemas los fundamentales a resolver? No.
El principal problema es ético. Lo que Chile tiene que hacer si quiere solucionar la desigualdad, es revisar y transparentar los diagramas de flujo de dineros, de poder y de propiedad.
Bajo la posición de que no se puede quitar el financiamiento estatal a la educación subvencionada, incluida la universitaria, el Gobierno y una parte de la Concertación no dejan ver la descomposición ética de Chile.
Reemplacemos al Estado por el pueblo de Chile organizado para construir su desarrollo y la gratuidad por el financiamiento que da el pueblo de Chile y hagamos el análisis del flujo de dineros.
¿De dónde sale el dinero que el Estado da a las instituciones privadas subvencionadas?
Obvio: del pueblo de Chile que paga sus impuestos.
¿A dónde va a para ese dinero? En última instancia a los bolsillos de los administradores de instituciones privadas subvencionadas, porque ahorran otros gastos y queda libre más dinero para sus ingresos.
¿Se consultó y se consulta el pueblo de Chile para sacarle dinero y enviarlo a los bolsillos de los administradores privados? No.
No hay Consentimiento Informado del pueblo de Chile para que el Gobierno le saque dinero de su bolsillo y lo envíe a bolsillos privados.
Sacarle dinero del bolsillo (impuestos) a un ciudadano y, sin su consentimiento, ingresarlo a los bolsillos de otras personas es robo, aquí y en la quebrada del ají.
No es un robo legal, porque la Constitución y las leyes no sólo lo permiten sino que lo fomentan.
Puede suceder la injusticia que uno de estos administradores, como pueblo que es, cancela sus impuestos, pero al recibir como administrador de vuelta la subvención estatal, queda como si no hubiera pagado impuesto.
Hay un mecanismo perverso de concentrar la riqueza que el pueblo chileno ha producido con sangre sudor y lágrimas en las grandes empresas que gobiernan Chile.
Un amigo me contó que al momento de firmar Pinochet el decreto de traspaso de dinero a las universidades privadas, comentó ¿Por qué tenemos que darle plata a la Universidad Católica? Supongo que los economistas se encargaron de tranquilizarlo.
Si es cierto, debió decir ¿porqué la plata del pueblo de Chile debe pasar a una universidad privada?
En las AFP es lo mismo, el imponente da su dinero y este pasa a los administradores que hacen y deshacen con él, sin el consentimiento del imponente.
La Polar no pidió el consentimiento al deudor para repactar su deuda. En las Isapres sucede algo semejante.
Mire usted los impuestos que pagan los pobres y los que pagan los ricos.
Miren ustedes las tasas de interés en los préstamos a los más pobres y a las grandes empresas.
Por donde usted mire hay mecanismos económicos valvulares que dejan pasar el dinero del pueblo de Chile (ricos y pobres) hacia los ricos, mucho más que hacia los pobres. Con este sistema de válvula, la desigualdad social en no tiene sino que aumentar.
De nada servirá la reforma tributaria, ni la previsional, ni la educacional si no se corrige este gradiente de flujo de poder, propiedad e ingreso previamente.
En Universidades privadas que tienen Escuelas de Medicina se enseña en Ética que es necesario el Consentimiento Informado del paciente para intervenirlo o someterlo a investigación científica y, esto se aplica rigurosamente.
Al aceptar el dinero que les da el Estado sin el Consentimiento Informado de los contribuyentes están violando este principio ético general.