El pasado 10 de agosto el Congreso Nacional aprobó la creación del Ministerio de Desarrollo Social (MDS), que reemplazará al Ministerio de Planificación, Mideplan. Esta iniciativa, que constituye una de las principales apuestas del gobierno de Sebastián Piñera, debería estar operativa en tres meses, según lo ha señalado el titular de Mideplan, Joaquín Lavín.
Hace unos días me preguntaba qué sería del Ministro desde su salida de Educación, casi ausente de los medios aún ante esta gran noticia.
Hasta que el fin de semana lo vimos, catastrando personas en situación de calle y apostando al Ingreso Ético Familiar, la gran apuesta del nuevo Ministerio, como un mecanismo corrector de desigualdades. “Las políticas sociales que solamente ‘entregan pescado’ no sirven”, dijo en entrevista el Ministro Lavín.
¿Qué implica esta nueva institucionalidad en un ámbito tan importante como lo es la superación de la pobreza?
El MDS se plantea como “la secretaría de Estado encargada de colaborar con el Presidente de la República en el diseño y aplicación de políticas, planes y programas en materia de desarrollo social, especialmente aquellas destinadas a erradicar la pobreza y brindar protección social a personas o grupos vulnerables, promoviendo la movilidad e integración social”. En términos generales, no muy distinto al rol del actual MIDEPLAN.
Cabe destacar lo referido a la organización del MDS, cuya nueva estructura se sustentaría en la búsqueda de una gestión más eficiente.
Primero, la creación de la Subsecretaría de Evaluación Social, que será responsable de “la coordinación interministerial en materia de desarrollo social; el diseño de políticas, planes y programas en materias de su competencia; y de la supervisión del Sistema Nacional de Inversiones”.
Segundo, una Subsecretaría de Servicios Sociales, que estará encargada “de la coordinación e integración de los servicios y prestaciones sociales que entrega el Ministerio”.
Este diseño no hace sino institucionalizar lo que desde la puesta en marcha del Chile Solidario, y la creación del Secretaría Ejecutiva de Protección Social, es un hecho: que MIDEPLAN se ha ido transformando progresivamente desde un ministerio de planificación y evaluación de la inversión regional, a un ministerio social. Algo necesario, sin lugar a dudas.
La pregunta es ¿qué cosa distinta de lo que hoy hace MIDEPLAN hará el nuevo MDS?, la respuesta del gobierno parece ser la puesta en marcha el Ingreso Ético Familiar (IEF).
¿Era necesaria una nueva figura institucional para un programa como el IEF? Creo que no y que la experiencia del Chile Solidario así lo demuestra.
Acá se está perdiendo la oportunidad de dotar al nuevo ministerio de una propuesta en materia social auténticamente nueva que, a juicio de este gobierno, requiere el país.
El IEF no es ni más ni menos que uno más de los Programas de Transferencia Condicionada de Ingreso que se implementan, con dispares resultados, en casi toda América Latina.
La fórmula es siempre la misma: bonos a las familias más pobres a cambio de compromisos familiares de escolarizar a los hijos y controlar su salud y la de la madre.
Los chilenos ya no creen que los subsidios sean el mecanismo para resolver los problemas de pobreza. Además para eso ya tenemos Chile Solidario, una respuesta perfeccionable, sin duda, pero que aborda integralmente los distintos ámbitos de carencias que enfrentan sus beneficiarios.
Hoy la demanda es por políticas sociales que permitan romper la transmisión inter-generacional de la pobreza y coadyuvar a otras políticas públicas para romper también con la desigualdad.
Ojalá el MDS naciera para ser efectivamente un ministerio del Desarrollo, que no sólo se dedicara a “entregar pescado”, como muy probablemente lo hará el IEF.
Es de esperar que al menos lo haga con un sistema de distribución sensible a los cambios de ciclos, eficiente y expedito.
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