Hay muy pocas obras de Matta en Chile. Por eso, debería haber llamado la atención la noticia publicada hace algunos días sobre el descubrimiento en nuestro país de 12 óleos de gran formato del pintor, además de unas cuarenta obras más pequeñas, dentro de las cuales se encuentran óleos de menor envergadura, dibujos y grabados, todos ellos hasta ahora desconocidos.
Se trata en realidad de un verdadero tesoro que al parecer guardó una persona cercana al artista para protegerlo de los militares durante la época de la dictadura y que un coleccionista chileno fue comprando hasta hacerse de toda la colección.
La historia de estos cuadros todavía no se conoce en sus detalles, pero irá aclarándose con el tiempo. Lo importante es que se trata de auténticos Matta, que estuvieron durante años escondidos en un desván y que ahora salen a la luz gracias a la buena suerte de Luis Paredes (así se llama su actual propietario) que dio con ellos y que pudo adquirirlos.
Por motivos difíciles de explicar, se ha dudado de su autenticidad y hasta ha habido un juicio que aún no termina en relación con este punto. Pero lo cierto es que todos los especialistas que los han podido ver han coincidido en que son verdaderos.
Y quienes los han examinado son prácticamente todos los especialistas que tenemos en Chile y de cuyo peritaje es muy difícil dudar.
El asunto es que en el año en que se celebran los 100 años del nacimiento de Matta -quién efectivamente nació el 11 del 11 del 11 – aparecen estos cuadros como por encanto y, si todo sale como es de esperar, todos los chilenos podremos admirarlos.
Creo que a Matta le habría gustado esta historia. Los cuadros, que he tenido oportunidad de ver, son magníficos y están todos terminados y debidamente firmados.
Requieren, sí, de cuidados para evitar su deterioro. Sería muy importante que el Museo de Bellas Artes o alguna institución de resguardo de obras de arte los tomara a su cargo para cuidarlos y exhibirlos en buenas condiciones.
En todo caso, el que estos cuadros no sean destruidos o no sean desprestigiados tildándolos de “falsos” es una tarea ineludible de nuestras instituciones culturales, las cuales, en el juicio que actualmente se ventila en los Tribunales, debieran tomar partido por la defensa de este patrimonio.
Las obras de Matta van a tomar cada día más importancia en nuestra cultura y aunque estén en manos de particulares, el Estado chileno debiera tomar medidas para que no salgan del país y para que sus propietarios les den los debidos cuidados que permitan su preservación.
Esto actualmente no ocurre con obras de importancia patrimonial: grandes obras de importancia histórica, entran y salen del país sin que los agentes de aduana les presten atención.
Lo único que les preocupa es si los viajeros llevan comidas prohibidas, tragos, artefactos electrónicos o drogas. Pero en Chile se puede entrar y salir con la Monalisa por cualquier puesto de aduanas sin ningún problema (me consta que han salido y entrado Rugendas sin mayores dificultades).
El descubrimiento de estas obras podría ser interpretado como un mensaje que Matta nos envía a todos los chilenos desde el más allá. Lo que nos quiere decir es que su presencia es más importante de lo que hasta ahora se ha pensado. Por supuesto, están estos descubrimientos, que estoy seguro proseguirán en el futuro, pues nunca se ha hecho hasta ahora un catastro de sus obras existentes en Chile.
Tampoco se ha buscado recuperar las diferentes obras que tienen que ver con nuestro país, como los cuadros que el pintor hizo antes de partir para Europa y que tienen un extraordinario valor histórico. La mayoría de estos actualmente se encuentran en poder de la familia de Lilian Lorca, el primer amor del artista y el único chileno.
Se ha hablado mucho de si Matta se sentía o no chileno y hasta se lo ha criticado por un supuesto desinterés de su parte con respecto a Chile, afirmación injusta y falsa. Pero hasta el momento nadie que yo sepa se ha preguntado hasta qué punto los chilenos estamos dispuestos a hacer nuestro su legado artístico.
Fuera de los rankings superficiales en que se ubica su nombre junto al de Neruda, la Mistral y Huidobro, como “los más grandes artistas nacionales” hay pocas iniciativas para dar a conocer su pensamiento y la importancia de su obra.
¿Hasta dónde nosotros seremos capaces de “mattificar” nuestra cultura? Es a nosotros a quienes debiera interesarnos acercar Matta a Chile, pero para lograrlo deberíamos ser capaces de superar los chovinismos trasnochados y abrirnos hacia una cierta universalidad que proviene de nuestra tierra, a pesar de no ser debidamente reconocida por ella (Raúl Ruiz es otro caso).
Ojalá que los festejos que se anuncian para el mes de diciembre tengan este sentido verdaderamente patriótico y no se queden en puras mundanidades y actos oficiales, con mucho bombo para los que organizan, pero poco para el festejado.
Resulta por lo menos curioso que entre los que protagonizarán estos actos estén precisamente algunas personas que están intentando desvalorizar estos cuadros descubiertos en Chile.
¿En qué quedamos? ¿Nos interesa Matta o los cócteles que se hacen en su honor?