Cuando se cree que todo problema se puede arreglar poniendo billetes arriba de la mesa se llega a situaciones como las que hoy estamos viviendo en Chile. La premisa que está hoy por los suelos es que la paz social se puede mantener y los cambios se pueden contener comprando conciencias, poniendo “lucas” sobre el escritorio.
Y claro cuando cada manifestación que se realiza tiene como primera respuesta los dólares que dejan de entrar, o el supuesto costo monetario involucrado y cuando el máximo representante de los grandes empresarios de Chile, se reúne con el Presidente y a la salida lo primero que señala es su satisfacción porque el mandatario le precisó que no habría reforma tributaria, entonces es obvio que no habrá posibilidad alguna de encontrar caminos de entendimiento.
La derecha está obnubilada con la riqueza, no hay para ellos actitud humana que escape al conteo monetario del ministro de hacienda, las cosas son malas si significan menos recursos y buenas si permiten más riqueza.
Los paros o huelgas no tienen razones o por último sinrazones sólo tienen costo y son valorables en plata. Las solicitudes de reformas tampoco ameritan discutirse por sus bondades o defectos ni siquiera por los valores o sesgos ideológicos que puedan contener, se traducen en una respuesta tipo lista de supermercado con cantidades aplicadas al lado.
Sabemos que la pobreza ideológica y doctrinal de la derecha es considerable, se reduce a unos cuantos principios para conservar privilegios y el orden establecido y otros tantos en defensa de la propiedad privada y las libertades individuales.
Así resulta muy complejo hacer gobierno para todos y legislar para los más desposeídos y los sectores medios, e inentendibles por supuesto las propuestas de revisar modelos para profundizar la democracia.
Esa es la razón de fondo de la tozudez por mantener un sistema político que privilegia a las minorías y es la misma razón del “no se oye padre” a los sectores estudiantiles.
No hay personas trabajando para detener el país, ni menos para provocar desorden; es un grave error de la autoridad responder de esa forma a las manifestaciones de protesta, lo que hay es intento masivo y decidido por terminar con la inequidad en el reparto de los beneficios que todos los chilenos contribuyen a producir.
Esquivando permanentemente la confrontación de ideas se puede hacer muy buena oposición y por largo tiempo, pero para gobernar hay que enfrentar los problemas, hacer propuestas, flexibilizar posiciones y pensar en el bienestar de la mayoría.
El gobierno se encuentra en problemas por su incapacidad para atender y entender el cansancio de la gente de ser siempre considerada consumidor y muy pocas veces ciudadana, parte de las decisiones.
Dejemos de contar los pesos, respetemos por una vez la calidad de interlocutores válidos de quienes están relevando estos temas ciudadanos y encontrémonos en una discusión franca y abierta sobre las cualidades de lo que tenemos y de lo que falta por agregar o es necesario modificar.