Agosto de este 2011 se recordará en toda su expresión dinámica, que se conjuga desde lo económico, político y social. Lo recordaremos por un lado como el mes en que la crisis resurgió con fuerzas renovadas. Combinación de frenazo económico y sangría bursátil por los temores a recaer en una nueva era de recesión
La recuperación económica comenzaba a tomar forma y parecía haber superado los peores momentos de la crisis mundial. Las potencias enfilaban el crecimiento y los esfuerzos para ayudar a los países más castigados en salir del pozo que caían. Aunque todavía con muchos problemas por resolver, el primer semestre daba la esperanza después de 3 años inciertos.
Pero llegó Agosto, precedido por una tormenta en la primavera europea que agravó la crisis de deuda en la eurozona, saliendo nuevamente al rescate de Grecia y apoyando a Italia.
Turbulencia, ilusión… pero lo real es que la palabra recesión global nuevamente se hace sentir.
Morgan Stanley anunció esta semana una revisión a la baja del producto interno bruto del mundo para este año y el 2012.
La razón, la crisis europea y la crisis fiscal en Estados Unidos clasificada como triple A, han enfriado la dinámica de crecimiento llevando a los mercados bursátiles a convencerse de la posibilidad de una nueva recesión. Oportunidad que aleja a los inversionistas de renta variable y se refugian en otros mercados más seguros. Solo mirar el precio del oro.
La tensión lleva a un septiembre sin rumbo establecido y como bien hiciera saber nuestra ministra del Trabajo Evelyn Mathei, debemos prepararnos como país si la recesión se hace presente.
Hablando de trabajo, se nos avecina un paro a nivel territorial convocado por la Central Unitaria de Trabajadores para este 24 y 25 de agosto. A ello otras organizaciones se han adherido, lo que trae consigo una preocupación para muchos chilenos del rol de los partidos políticos y sus líderes, al hacerse presentes también.
Se abre nuevamente en nuestra historia cívica la poca responsabilidad de nuestros dirigentes políticos, partidos y parlamentarios al no cuidar nuestra democracia. Todo indica que nuestra carta Constitucional está nuevamente por culpa de los mismos en crisis.
Pareciera que hoy son más fáciles los llamados a movilización, cacerolazos, marchas, violencia… que la búsqueda de soluciones a las demandas que como sociedad debemos aplicar y responder, generando un clima no propicio a la realidad que puede traernos este temporal económico y que mantiene sus interrogantes más allá de septiembre.
Entonces ¡YA BASTA!
La democracia no es hacer lo que se antoje, sino hacer lo que las leyes que nos hemos dado nos permiten hacer.
¿Por qué cuesta tanto respetar el orden establecido?
Si hay una línea de orden, el que se sale de ese orden debe pagar las consecuencias.
¿Por qué es tan difícil de aceptar? ¿No les gusta? Cámbienlo, pero por un proyecto coherente, no por un conjunto de emociones y frases hechas. Pero si no fueron capaces de hacerse cargo del orden que existía, si no tuvieron la habilidad de cambiarlo desde dentro, dudo mucho que el nuevo orden, hijo de la estupidez, la moral y la cobardía esencial sea un avance respecto de éste.
Es mucho más fácil disfrazarse de zombie y bailar frente a la Moneda que negociar acuerdos, estando dispuesto a ceder para obtener algo.
Pero no, el camilismo exige el todo o nada. Es mucho más fácil tocar la cacerola y tener su minuto en la historia que proceder, como corresponde hacerlo en democracia, a través del debate, la reflexión y la presión a los representantes políticos, para que empiecen a honrar el oficio por el que les pagamos y representen los verdaderos intereses de la ciudadanía.