“Quitad esto de aquí: no hagáis de la casa de mi Padre un mercado”. (San Juan II, 13-22)
Seguramente las mentiras de los políticos como sus promesas incumplidas, a las que nos tienen tan acostumbrados son de las formas más frecuentes de fraudes y estafa que pueden existir.
Lo terrible es que, frente a ello se ha inhibido por completo nuestra exigua capacidad de asombro o estamos, francamente, “curados de espanto”.
ZP tienen varias a su haber y de antología. Una de ellas y para muestra un botón, data, nada más y nada menos, que de las presidenciales del 2004, cuando dijo que de ser electo aprobaría de inmediato la “Ley de Eutanasia” o de “muerte digna”.
Una promesa inicua que, por supuesto, sigue hasta hoy sin cumplirse como tantas otras (la lista sería bastante larga en verdad). Obvio, no quería “pisarle los callos” a la iglesia, a cambio darle mil vueltas la espalda a su electorado.
Como hizo hace poco más de un año con su histórico carpetazo y bullado giro copernicano en su discurso y sus políticas sociales, la base y fundamento de la doctrina del “zapaterismo”: una de las más tronadas traiciones políticas de los últimos tiempos. O, “el más grande recorte de la democracia”, como le enrostró hasta la “peor burguesía de Europa”, como diría Lorca.
No se tiene memoria de otra defraudación (masiva) de confianza a cierta base sociológica en la historia política de este país, como la protagonizada por él hace casi dos años.
¿Por qué no renunció antes que traicionar a su electorado y traicionarse a sí mismo?
¿Por qué no dijo NO a las indecentes propuestas telefónicas de Obama, la Merkel y Trichet?
Si lo hubiera hecho sería, sin lugar a dudas, nuestro héroe o nuestro mártir. Es que venimos de los tiempos en que los hombres daban hasta la vida por sus ideas. Está claro que este mundo, hoy por hoy, no está ni para cuentos, ni menos para héroes y mártires. “¡Nosotros los de entonces ya no somos los mismos!”.
Al igual que Obama, decidió convertir el déficit, en lugar del grave y urgente problema del desempleo, en el centro de su accionar, considerando que España registra el escandaloso record de casi 5 millones de parados, que representa el 20% de población activa y el 44% de la población joven: “La Generación Z”. ¡Vergüenza nacional!
Recortó ministerios (el de Igualdad del cual tanto se ufanó), los sueldos de los funcionarios, las pensiones (reformó las jubilaciones) y una serie de programas sociales.
En cambio no tocó los impuestos a las grandes fortunas, ni la reclamada reforma fiscal. Es de escándalo la evasión tributaria en este país, precisamente, por parte de los más pudientes.
Sin ir más lejos, hace tan solo unas semanas le pillaron, como a un tirano bananero cualquiera, unas no declaradas cuentas suizas (HSBC Private Bank) a uno de los dueños de este país y del Banco Santander, Emilio Botín y cinco de sus vástagos.
Apenas se ha comentado en los diarios que está siendo él y los otros del clan, investigados por la Audiencia Nacional por un presunto delito contra la hacienda pública y falsedad documental.
Asimismo ZP, mantuvo intacto el también escandaloso gasto militar (el ministerio de Defensa español, dirigido por una socialista catalana, tiene un presupuesto ampliamente mayor que la ONU), los aportes a las patronales y la Iglesia Católica.
Qué razón tiene el díscolo economista catalán Arcadi Oliveras cuando ha afirmado en más de una ocasión que: “¡Estamos gobernados por ineptos y por delincuentes!”.
De tal modo que este examine gobernante manifiesta otro indignante record: es quien ha prodigado el trato económico más generoso a la recalcitrante Iglesia católica del obispo Rouco Varela, de lo que va corrido de esta entrecomillada democracia.
Ha cedido a la cancelación por el Estado de autofinanciarse, uno de los mayores anhelos episcopales. Enterrando para siempre la idea del impuesto religioso, algo que ni siquiera los más pechoños gobiernos de la derecha se atrevieron a hacer. Y por si fuera poco, el acuerdo del IRPF (figura impositiva del vulnerado sistema tributario español) ha reportado a los prelados para el ejercicio 2010 casi ¡250 millones de euros!
Suma y sigue, su esperpéntico gobierno ha calificado esta visita papal a Madrid, en el marco de la “Jornada Mundial de la Juventud”,la segunda en menos de un año, (antes estuvo en Santiago de Compostela y Barcelona, con un solapado fracaso) como de “excepcional interés público”.
Será por ello que seguramente financiará más de 100 de los 200 millones de euros que costará este grotesco/gigantesco “espectáculo” clerical.
Todas las administraciones públicas, estatales, autonómicas, municipios, servicios educativos, sanitarios, policiales, culturales y urbanísticos a los pies rendidos de hinojos al Papa.
Todo, todo con tal de promover el mega-evento de la Iglesia espectáculo del ex cardenal alemán Joseph Ratzinger (el más frío y calculador operador político del reinado de Juan Pablo II) dotado de un innegable tufillo a nacionalsocialismo y destinado a recuperar terreno perdido por parte del catolicismo beligerante, especialmente entre los más jóvenes.
Será, sin exageración, al más puro estilo de las concentraciones nazi la mise-en-scène del aeródromo de “Cuatro Vientos”, los más de 200 confesionarios portables del “Parque del Retiro”, el Vía crucis de la “Plaza de Cibeles”. Por lo demás constituyen, una verdadera (afrenta) usurpación/subversión/ confesional del espacio público, laico y secular español. ¡Vergüenza nacional!
Con una agenda papal impresionantemente variada, exquisitas comidas tipical spanish con el Rey y sus extemporáneos palaciegos, el Presidente del Gobierno con empresarios y patrones, con obispos y cardenales, etcétera.
Pero ni un solo acto, en cambio, con “Los Indignados”, con los jóvenes desempleados, ni con moros, ni sudacas, ni mujeres maltratadas, ni desahuciados, ni con vecinos de la “Cañada Real”, etcétera. Es que simplemente no existen, ni figuran en su importante y extensa agenda.
Es evidente, no es este el cura ni la iglesia de los pobres y menesterosos, no representa la piadosa e igualitaria iglesia del Nazareno ni la que definió el Concilio Vaticano II, y ZP tampoco representa nada parecido.
Definitivamente, como ya lo ha expresado insistentemente un amplio sector de la ciudadanía española durante todo su mandato, y haciendo eco del clamor de “Los Indignados”:
¡¡¡No nos representan!!!