La opinión pública sabe lo que sucedió años atrás con este virus (Anemia Infecciosa del Salmón, sigla en inglés) que es una enfermedad producida por otro de la familia Orthomyxoviridae, del género Isavirus.
Es una enfermedad con grandes efectos en la producción de salmones, ya que provoca importantes mortalidades entre los grupos infectados. La enfermedad no tiene impacto en salud pública, ya que el virus no afecta al ser humano.
Según el Servicio Nacional de Pesca (Sernapesca), la enfermedad fue reportada por primera vez en Noruega en los años 80 y también se ha diagnosticado en Canadá, Escocia y en otros pocos países incluido el nuestro.
Este servicio del Estado, en su página web, ha manifestado que está preocupado por la situación y que por ello ya ha adoptado medidas para controlar la situación.
Ahora bien, en reunión ampliada sostenida el viernes pasado con el punto nacional de contacto de la Organización de Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE) en Chile supimos, por parte del Centro Ecocéanos, organización ciudadana promotora de las buena prácticas en el ámbito de los recursos marinos, que la empresa salmonera noruega Cermaq ASA que opera en Chile con el nombre de Mainstream, ante la denuncia de grupos ambientalistas noruegos, reconoció el 1º de agosto pasado, ante esa organización internacional, que sus faenas en la industria del monocultivo de salmón en nuestro país no fueron sostenibles antes de la crisis sanitaria de la acuicultura chilena agravada a partir de 2007.
Ello significa que Cermaq ASA (Mainstream) incumplió las líneas directrices que impone la OCDE para las compañías multinacionales y la queja se formalizó dentro del contexto de la mayor crisis sanitaria, ambiental, productiva y social ocurrida en la historia del archipiélago de Chiloé, región de Los Lagos.
Recordemos que el New York Times, en un editorial sobre el comportamiento de la salmonicultura industrial en Chile, manifestaba que era insustentable.
Quedó en evidencia que la introducción de este virus provino de Noruega y con ello se produjeron pérdidas por más de dos mil millones de dólares, 26.000 trabajadores cesantes y la destrucción de los ecosistemas y la biodiversidad marino-costera.
En la declaración firmada por los denunciantes, empresa infractora y la OCDE se expresa que “si las exigencias de las autoridades (chilenas) en materia de acuicultura no aseguran la sostenibilidad del sector, éste, (Cermaq), debe asumir la parte de responsabilidad que le corresponde” y más adelante la multinacional, en un mea culpa, reconoce que la gestión del sector acuícola chileno, inclusive la de sus propias actividades, no era sostenible.
Pero la salmonera nórdica también critica al gremio donde por años ha ocupado un sillón en el directorio de la asociación empresarial SalmonChile: “visto en retrospectiva, Cermaq estimaría deseable que toda la industria acuícola, inclusive su empresa, hubiera dado un mayor empuje al desarrollo de un marco más sostenible para el sector”.
Finalmente, en la declaración de la OCDE se dejó en claro que la crisis aleccionó la importancia del intercambio de mejores prácticas para asegurar el desarrollo de la industria.
Esperamos que con esta experiencia el Estado de Chile, miembro desde mayo de 2010 de la OCDE, pero siempre renuente a fiscalizar, asuma en plenitud el rol que le corresponde, para que así la industria del salmón opere decentemente, con lo cual ganarán todos, partiendo por los inversionistas en el sector.