Las luces de navidad en Londres ya están encendidas. Como corresponde al espíritu británico, todo se hizo con una ceremonia en Regent Street, con presencia de dos Spice Girls –cuyos nombres prefiero no recordar- y de Leona Lewis, entre otras celebridades. Todo se ve bonito, sobre todo porque oscurece a las cuatro de la tarde y los días están lluviosos y grises.
Eso, el clima, justificaba el sombrero con que Alexis Sánchez se integró a la concentración. Mucho más glamoroso que los gorritos blancos que lucieron el resto de los futbolistas en la práctica de la tarde. Poco calvario si se toma en cuenta la desgracia de los cinco jugadores que venían desde Chile, ansiosos de huir del clásico varios de ellos (Herrera, Aránguiz, Pepe Rojas). Cuando el capitán del vuelo les anunció que harían una escala en Sao Paulo para atender a un pasajero enfermo, ninguno lo tomó como un presagio a su convocatoria mundialista, sino como lo que era, una desgracia.
Arturo Vidal, sin llegar, es el gran protagonista del equipo, porque lo más probable es que no juegue debido a sus dolencias musculares. No hubo muchas luces al respecto, primero porque el cuerpo médico prefirió, como todos, el silencio. Y segundo, porque la evaluación quedará finalmente para el propio Sampaoli, que tendrá que mover un equipo que ya estaba muy armado.
Los ingleses esperan con impaciencia no el partido frente a Chile, sino el del próximo martes frente a sus archirrivales, los alemanes. Por eso anticipan que el capitán Gerrard no estará en el duelo del viernes, pero que es probable que debute un delantero de 22 años de origen hispano, Jay Rodríguez, que tiene más nombre de beisbolista que de goleador.
Con la selección el tiempo pasa largo, a la espera de alguien que se decida a hablar, y eso que nos conformamos con poco: una frase suelta, una invocación mundialera, una frase de buena crianza. Eso da tiempo para ver, por ejemplo, una larga transmisión británica de un torneo de…lanzamiento de dardos en la televisión, un documental de Los Beatles en la BBC y una cautivante nota de una ballena muerta en las playas de Holanda por tragar veinte kilos de plástico del que utilizan en los invernaderos de tomate. Todo eso en espera de la confirmación del viaje de Vidal.
O del recorrido asombrado de las instalaciones del Barnet Football Club, de la quinta división, que albergó el trabajo de la selección. Un estadio con muchas canchas de entrenamiento enclavado en un barrio quieto donde las ventanas permiten ver el living de muchas casas que me recordaron la notable serie humorística “George y Mildred”. Recuerdos que caen ante la imposibilidad de ver las evoluciones tácticas de la escuadra porque la práctica de ayer –con dotación incompleta- era secreta, por supuesto.
Eso. Hasta ahora, cuando los jugadores terminaron la charla y los videos para irse a comer, mientras por la tele Djokovic alza los brazos tras ganar el Master en una ciudad que se ilumina entera esperando la navidad.