06 dic 2013

Pudo ser peor

No fue un buen sorteo, sin dudas. No queríamos el grupo B y caímos ahí. España o Alemania eran los peores cabezas de serie, y nos tocó el campeón del mundo. Holanda era el peor de los europeos y Geoff Hurst eligió esa pelotita para nosotros. Pudo habernos tocado México, Japón o Estados Unidos, y ahí mismo mando a hacer una macumba, porque sólo eso pudo hacerlo peor.

Pero en fin, hay que ver el lado optimista de las cosas y hacerse el ánimo: las cosas vienen de esa manera y habrá que trabajar en serio para hacer una buena Copa del Mundo. La categoría de los rivales, por ejemplo, obliga a buscar más jugadores de jerarquía para afrontar los duelos.

Les puedo decir otra cosa para subir el ánimo: ni Vicente Del Bosque ni Van Gaal estaban contentos de enfrentar a Chile. Y ni hablar de Brasil, que debería toparse, con toda lógica, con un rival altamente calificado recién en segunda ronda.

Hay algunos que están felices acá en Costa do Sauipe después de conocer su suerte, pero son los menos. En el argot futbolero todo es siempre muy complicado, los rivales altamente calificados y no hay victoria antes de jugarla. Es verdad, pero en esta pasada el destino se ensañó con nosotros. Lo mismo debimos haber pensado el ’62, cuando nos tiraron a Italia y Alemania, e igual pasamos. O el ’74, cuando parecía imposible frente a las dos Alemanias y estuvimos a un paso.

La tendencia para nosotros implica siempre considerar el sorteo cuesta arriba, complejo, imposible. Yo tengo fe. Clasificar será difícil, pero el camino que vamos a recorrer bien vale la pena el esfuerzo.

06 dic 2013

Un minuto para Mandela

Hay dos momentos claves en la historia postrera del siglo XX que ligan al deporte y a la política.

La primera es en 1990, cuando Alemania gana el Mundial de Italia. Pocos meses antes había caído el Muro de Berlín, y la reunificación de los germanos se veía compleja y difícil. El triunfo de los muchachos de Beckenbauer permitió que ese proceso se anticipara y lubricara las asperezas, logrando reunir en un solo festejo a un pueblo que vivió separado casi medio siglo.

El segundo es el título mundial de rugby conseguido por Sudáfrica en 1995. Una batalla personal de Nelson Mandela que apostó todas las fichas de la reconciliación de su nación a ese equipo histórico, donde blancos y negros debían cohabitar en la pasión que abriría el paso a la postulación para organizar el Mundial del 2010, el primero que se jugaría en territorio africano.

Ese sólo hecho debería bastar para que en un rato más, en la antesala del sorteo, los dirigentes dela FIFA, los entrenadores y futbolistas invitados, más los centenares de periodistas guardáramos un minuto de silencio en memoria del líder fallecido.

Pocas veces “la gran familia del fútbol” estuvo más reunida que ahora. En un predio de poco menos de ochenta hectáreas, habitualmente escenario de vacaciones familiares, ha congregado a tanta gente con intereses más similares. Acá toda la población flotante piensa en una sola cosa: el ordenamiento de los grupos, el cruce de los equipos, la fiesta mundialera.

No hay espacio para nada más y eso ha convertido Costa do Sauipe en una escenografía extraña, donde una carpa gigantesca se erigió sobre las dunas para acoger las ansiedades de 32 países.

Faltan apenas horas para saber la verdad y opiniones sobran. Desde los que quieren un grupo fácil hasta los que privilegian medirse con los más grandes de entrada. Seguramente, como todo en la vida, será un resultado matizado, sin extremos, que nos permitirá debatir un buen rato sin que nadie salga damnificado.

Es la esencia del deporte. Esa que Mandela intuyó tan bien: la argamasa de la unidad.

05 dic 2013

Todo el mundo en chalas

Jorge Sampaoli juega paddle y luego se baña en el mar de Costa do Sauipe, el balneario ubicado al norte de Bahía -una suerte de Marbella más grande e igual de ochentero- que se posa calmo en el Atlántico. Los periodistas de la televisión rusa, que vienen de la nieve y doce grados bajo cero, transpiran junto al aire acondicionado de la carpa instalada para el sorteo. Zidane se pasea en bermudas y no es raro encontrarse con un famoso bajo las palmeras de la piscina.

Sé que dicho de esa manera parece un paraíso, más aún si agregamos a las modelos sobre-operadas que trae la televisión mexicana o italiana, pero la cosa es de otra manera. En el centro de prensa hay atochamiento y sobrepoblación, lo que conspira de manera evidente para la sensación de ahogo y mal olor.

Es un sorteo para la Copa del Mundo en Brasil y lo lógico es que, en el puntapié inicial, quisieran vender su mejor producto al planeta: la playa, el calor, la belleza humana y natural. Más, por supuesto, una sensación de relajo que siempre ha sido el sello del país. Las obras del aeropuerto de Sao Paulo, por ejemplo, están atrasadísimas, pero hay confianza en que en cuatro meses terminarán lo que todavía está en obra gruesa, para hacer eficiente uno de los aeropuertos más pobre, ingrato e ineficiente del continente.

Pelé jura que no aceptó la invitación a sacar bolitas en el sorteo porque no quiere ser sinónimo de mala suerte para su país, que cree en las cábalas, la macumba y lucha por no tentar al destino. Vi el ensayo, poco antes de la conferencia de Blatter, y me pareció pobre, musicalmente hablando. Un par de danzas sin identidad, un par de canciones que no impresionaron. Ojalá me equivoque, pero Brasil no ha tirado todas sus cartas ganadoras ni en la Copa Confederaciones ni, aparentemente, en este sorteo que abre el Mundial. Una rica tradición musical merece más que estos numerillos ñoños y desabridos.

El lugar de la ceremonia está diseñado para evitar pifias o desaires: sólo habrá invitados y periodistas, lo que evitará que el bochorno de Blatter y Roussef vivido hace unos pocos meses en Brasilia –cuando todo el estadio los abucheó- se repita.

Acá, a pocos metros de una playa que se adivina pero no se ve, todos hablamos de bombos y cruces. Pocos quieren ir a Manaos, la sede del Amazonas, que me parece cautivante y exótica: prefieren quedarse en Porto Alegre, Belo Horizonte, Río o Sao Paulo, por temperaturas y conectividad, porque acá todo es grande y largo, sobre todos los viajes. Y por eso, en la antesala, los rusos y Sampaoli, la BBC y Cooperativa apuestan, desean y anhelan un sorteo amable, donde todo esté cerca, a la mano y fácil.

Y eso es mucho pedir, incluso en un lugar que parece un paraíso, pero definitivamente no lo es.

20 nov 2013

El hombre que nos amarga la vida

Robinho es el jugador que, en la historia, más goles le ha hecho a Chile. Más que Pelé. Más que ningún otro. Por eso, casi como un designio del destino, cuando Scolari decidió llamarlo, una nube apareció en el horizonte, por más que el Skydome haya sido techado.

Clavando la estocada que el destino marcaba, apareció Robinho sobre el segundo palo para conectar ese centro de Maicon y sellar el partido, que tuvo una constante: los cambios del esquema. Antes de iniciarse –cuando Sampaoli decidió incorporar a Fuanzalida- hasta la lesión temprana de Marcelo Díaz. Cuando Hulk nos marcó el gol y decidió pasar a línea de cuatro con Jara por la derecha y luego, cuando la pelota se nos había perdido y mandó a Jorge Valdivia a la cancha.

Fueron treinta minutos en que Chile buscó su identidad ante un Brasil que era inmensamente superior. Si algo se logró reducir esa diferencia fue bien entrado el segundo tiempo, cuando Eduardo Vargas aprovechó el pivoteo de Beausejour para clavar un balazo que dejó estático a Julio César.

Así estábamos, arrimándonos a un empate que no merecíamos pero que premiaba el esfuerzo al menos, cuando apareció Robinho, el hombre que más goles nos ha marcado. Más que el mismo Pelé.

Fue derrota ante los mejores del mundo, según Sampaoli. Y yo también lo creo. Es un equipo que corre, marca, se despliega y que tiene una delantera fuerte y efectiva. Donde predominan los altos y fuertes, y ante los cuales con un equipo armado y definido, con Vidal e Isla, con Díaz y Valdivia en buenas condiciones, se habría dado más pelea.

La selección se demoró mucho en encontrarse, en armarse, en estructurarse. Y eso Brasil no lo perdona. Pero entrará todo lo acontecido en Toronto al ítem del aprendizaje. Es plata en la caja, experiencia ganada.

A la salida, entre un enjambre de chilenos y brasileños enfrentando la fría noche canadiense, queda la sensación de que no estamos tan lejos. Que los favoritos para ganarla Copadel Mundo fueron superiores, pero ni tanto. Y que hay margen para creer.

En los últimos dos mundiales nos dejaron fuera y la mala suerte no puede ser tanta. Pero igual, si al frente está Brasil, el fantasma de Robinho estará rondando.

19 nov 2013

La cruz que cargamos

Para ser honestos, el rival es temible. Por el presente, como recalca Jorge Sampaoli, pero por sobre todo por su pasado. Con Claudio Bravo compartimos una estadística terrible ante los brasileños. Ambos hemos estado  (él en el arco, yo en las transmisiones) en las últimas dolorosas goleadas que nos han propinado.

No he querido hacer la suma, pero este es el detalle grueso. Todo comenzó en Brasilia en las clasificatorias para el 2006 y nos comimos cinco. En Gotemburgo, también con Acosta en la banca, fueron otros cuatro en un amistoso. En Copa América de Venezuela jugaron dos veces: 3 a 0 en la fase previa, seis a uno para quedar eliminados, después del “Puertordazo”.

Con Bielsa en la banca sufrimos -sigo unido al arquero- un tres a cero en el Nacional y un cuatro a dos en Salvador de Bahía, cuando parecía que por fin salíamos de perdedores con los goles de Suazo. Y en Sudáfrica ni hablar: 3 a 0 lapidario.

En cuatro de esos partidos, Juan nos hizo un gol de cabeza para abrir la cuenta. Y el puro Robinho nos hizo seis. Sin hablar de Luis Fabiano y Julio Baptista, que también nos vacunaron seguido. Lo dije en el programa y frente a mi jefe: no quise desmenuzar esta estadística antes porque no me habrían mandado a la gira, pero juro que si nos topamos en el Mundial y sigo sin ganar un punto, me voy a hacer un sahumerio con una santera bahiana, porque yo no creo en mufas, pero no hay que tentar al destino cuando la suerte de la selección en una Copa del Mundo está en juego.

Es un ejercicio de honestidad el que hago y no quiero que sea utilizado en mi contra, pero la evidencia es lapidaria. Edgardo Marín me consolaba diciendo que casi todos los periodistas deportivos chilenos arrastran una estadística similar, incluidos Julito Martínez y Míster Huifa, pero la comparación me resultó odiosa: tantos años no tengo. Y he visto triunfos históricos, como el de la Copa América en Cuenca  (con Salah en la banca) y el 3 a 0 por las eliminatorias el 2000.

Se lo confesé a Ernesto Díaz al oído mientras caminábamos: el lloró en Wembley por su segundo triunfo consecutivo ante los ingleses. Si ganamos ahora a la mejor selección del mundo, yo lloraré, aunque esperaré a salir del Domo, para que las lágrimas se confundan con la nieve.

18 nov 2013

El regalo de la democracia

En Toronto todo el mundo habla de Rob Ford, el alcalde más polémico de toda la historia. Fue elegido con mayoría popular el 2010 y prometía un ejercicio más humanitario, pero todo tipo de escándalos han marcado su gestión.

La última fue la confesión de haber consumido “crack” después de negarlo sistemáticamente durante meses. Cuando las pruebas en poder de la policía eran irrefutables, se defendió diciendo que lo había hecho porque…estaba demasiado borracho. También reconoce su adicción al vodka, la cocaína y las prostitutas, ha amenazado de muerte a trabajadores del Ayuntamiento y en más de una ocasión insultó a subordinadas en público.

Una joya a la que el viernes pasado sus opositores lograron arrebatarle algunas de sus atribuciones y prerrogativas, aunque una sola cosa está clara: no abandonará el poder “que me confirieron los ciudadanos”.

Como si nada, ayer los habitantes de la ciudad se volcaron a la calle para el tradicional Desfile de Navidad, con carros alegóricos, las bandas de todos los colegios y las llamadas fuerzas civiles. Durante horas estuvieron manifestando su alegría, no sólo por el “parade”, como le llaman, sino porque este año fue sin frío ni nieve, lo que permitió que hasta los más pequeños salieran a ver al Viejito Pascuero con antelación. Una costumbre muy norteamericana, que abre la temporada comercial de los regalos.

Sampaoli también está en época de elecciones. Debe elegir quién reemplazará a Mauricio Isla y la opción puede ser Fuenzalida. Y también a Aránguiz, y allí los nombre de Gutiérrez, Silva y Carmona toman fuerza.

Pero lo que verdaderamente emociona son los chilenos que viven en Canadá y que llegaron a alentar. Mantenidos a distancia por la organización, la policía y la propia selección, es gente que lleva muchos años viviendo en estas tierras y que sigue sintiendo el vínculo. Que serán chilenos hasta la muerte, incluidos los hijos que nacieron en este suelo pero inconfundiblemente compatriotas. En el hablar, en el sentir, en los dichos y en sus sueños. La Roja, cada vez que viene, les acerca un poco la Patria. Sobre todo en día de elecciones, cuando la democracia nuestra parece tan lejana.

17 nov 2013

Segunda vuelta

El dato más impresionante de Toronto es que de sus casi tres millones de habitantes, casi la mitad no nació en Canadá. Y es que desde sus orígenes esta ciudad ubicada junto al lago Ontario sirvió de albergue a los refugiados de otros países que buscaron resguardo, trabajo y seguridad; desde los ingleses que escapaban de las fuerzas estadounidenses hasta los chinos que llegaron tras la Segunda Guerra Mundial.

Su símbolo es la torre CN, y es que de los viejos rasgos de la urbe es poco lo que queda. Se los llevaron los asaltos y saqueos de las guerras, el incendio de 1904 y el saqueo. Por eso se ve una ciudad moderna, culta y preparada para el inclemente frío que, al menos en la llegada de la selección, no se hizo sentir. Los nativos andaban en mangas de camisa, pese a que la temperatura en la tarde no pasaba de los diez grados.

Acá está la selección, respirando con tranquilidad después del triunfo en Wembley y esperando para el examen ante un candidato al título, por fútbol, tradición y localía. Los brasileños nos han vapuleado con sus selecciones mayores y desde hace rato que no se respira ese clima de confianza tan extraño que nos invadía cuando los enfrentábamos, pensando que era más fácil hacerles partido que a los argentinos o uruguayos, por ejemplo.

Se recupera Valdivia, lo que hace suponer, si es que supera las exigencias de hoy, que podría ir arriba, pero la duda es Charles Aránguiz, resentido tras el duelo del viernes. Descartado Isla, puede ser la opción soñada para el Chapita Fuenzalida, que debe haber vivido la semana más feliz de su vida: ganó el clásico, jugó en Wembley para meter un pase gol y podría ser titular en una selección que se revalora.

En día de elecciones, los chilenos en Toronto también quieren participar, aunque el sistema no los deja. Canadá, que albergó a tantos compatriotas en distintos períodos de nuestra historia, es una amalgama de culturas que lucha por ganar a la inmensidad del territorio y a la hostilidad del clima. Hoy, cuando el fútbol es otra vez el motor de nuestro orgullo, la selección reunirá a los que miran desde lejos un proceso inédito, con muchos candidatos y un destino ya muy claro.

Aunque, como en la Copa, eso se mira y no se toca, hasta ahora.

16 nov 2013

Los tenemos de caseros

En Wembley, la Catedral del Fútbol, el viejo o el nuevo, somos imbatibles. Un empate y dos triunfos es el sorprendente registro de las selecciones chilenas. Y como la historia se reinventa, para bien o para mal, ver el festejo emocionado de Alexis Sánchez debe haber significado algo importante para el inmortal Marcelo Salas en el palco oficial del estadio: un muchacho de Tocopilla, que lo tuvo como ídolo desde pequeño, le pidió un sitial en el pedestal para instalarse para siempre en la memoria de los chilenos.

Podríamos detallar los aspectos futbolísticos del partido, elogiar el rendimiento de los chilenos o destacar el liderazgo de Claudio Bravo cuando la mano nos vino mala, pero honestamente tendremos tiempo para eso. Ahora lo que valen son las emociones, el llanto de Ernesto Díaz Correa -el único narrador chileno que vivió los dos triunfos en Londres- y un humilde Alexis Sánchez que está viviendo los mejores momentos de su vida.

Jorge Sampaoli, un hombre que siente de manera frenética los partidos al borde del terreno, vive una circunstancia singular. Como ya dijimos, hace un año atrás ni siquiera soñaba con esta opción y ha sabido sacarle lustre. No se siente favorito para la Copa del Mundo, pero señala que avanzamos por el camino correcto. Planificó bien pensando en la monocorde estrategia inglesa, que apeló a los argumentos típicos y que a ratos ganó el mediocampo, pero que buscó el gol sin mayor sorpresa. Y, por sobre todo, supo sobreponerse a dos ausencias trascendentes como la de Arturo Vidal y Jorge Valdivia, lo que es una prueba de fuego superada pensando en las contingencias que depara un Mundial.

Wembley volvió a rendirse ante los chilenos. Tocopilla y Temuco son nombres que los ingleses debieron pronunciar con amargura y admiración. Salas y Sánchez –separados por quince años- convirtieron ala Catedral en un mausoleo silencioso y resignado, donde la única nota que podía escucharse era en grito frenético de los chilenos que tenían, una vez más, la posibilidad de creer que las hazañas son posibles, que se repiten y que tienen héroes humildes, parcos y que llevaron su nombre y el de su tierra hasta los escenarios más grandes e impensados.

No somos los ingleses de América, pero nos paseamos por Londres como si fuera nuestra casa.

15 nov 2013

El Mundial comienza hoy

Esta será una frase que usted escuchará muchas veces de aquí a que efectivamente comience el Mundial. El 6 de diciembre, cuando se haga el sorteo, por ejemplo. O cuando se entregue la nómina definitiva. O cuando, las calles de Santiago se queden desiertas porque todos los chilenos, en masa, se vayan a Brasil, con o sin entradas para ver los partidos.

Pero para Sampaoli, con el fuero que le da haber clasificado, el Mundial empieza hoy y habrá que respetarlo, aunque, honestamente, nos hubiera gustado que partiera con Arturo Vidal en el equipo. Y con menos frío. Y un poco más barato. Pero en fin, es Wembley y la selección inglesa y habrá que aceptarlo: en la lógica de una preparación contra el tiempo, este es el inicio de un proceso que nos tiene ilusionados, pero a la espera de determinar los rivales en primera fase. No nos vaya a tocar el grupo de la muerte, por ejemplo.

Es la Catedral del fútbol la que cobijará el partido, aunque, realmente, esté refundado Wembley se parece a casi todos los estadios nuevos. Se ve increíble, tiene grandes accesos, comodidades varias y una estética envidiable. Pero le falta identidad. Las antiguas cúpulas, los pilares y sus techos hacían del viejo Wembley un escenario cautivante y mágico, por su historia y su diseño. Acá lo que marca la diferencia es el arco que lo caracteriza a la distancia, pero tendrá que comenzar a construir su propia leyenda. En el viejo, Inglaterra ganó y perdió sus grandes partidos, oficiales o amistosos. Y aquel 2-0 de Marcelo Salas tiene que estar inscrito.

Para mí, honestamente, el Mundial comienza cuando comienza. Ahí se ve quiénes y cómo llegaron, la evolución táctica del técnico y la actitud del equipo para encarar los partidos. Nos ha pasado antes: clasificatorias brillantes, mundiales desastrosos (el 82, ¿se acuerda?). Grandes expectativas, polémicas encendidas, si pueden jugar juntos Reinoso y Valdés, Sierra y Estay; si fue mano, si no nos toca Brasil en segunda fase, si la concentración no hubiera sido tan larga, si no hubiéramos llevado jugadores lesionados.

Las Copas del Mundo se juegan conociendo a los rivales, comparando sus nombres, analizando las ciudades. Y eso todavía no está. Para mí, estos dos partidos valen en sí mismos. Por la trascendencia de los rivales, por la puesta a prueba del sistema, porque tenemos figuras a nivel mundial, porque el esquema es audaz.

Y porque, sea verdad o no, Sampaoli lo va a jugar como si el Mundial comenzara hoy. Y ese es todo un mérito.

13 nov 2013

Wembley, Chile y los homosexuales

Chile jugó con tres centrales ese día. Fernando Astengo, Leonel Contreras y Hugo González. Comandado por Orlando Aravena, el objetivo era sacar el empate y lo logró, aunque el cero a cero y los afanes por hacer tiempo enfadaron a los ingleses, que suspendieron la comida programada para después del partido. Roberto Rojas fue la figura y Osvaldo Hurtado pudo hacer historia, pero Peter Shilton le ganó el mano a mano en la única opción que se generó la Roja en noventa minutos.

Fue el 23 de mayo de 1989 en el Viejo Wembley, y el centrodelantero de los ingleses fue John Fashanu, un gigante negro de origen nigeriano, en un equipo donde las figuras eran Paul Gascoine y Bryan Robson. Los locales tiraron mil centros, y jamás pudieron acertar con uno. John se retiró del fútbol, se casó varias veces, se convirtió en comentarista de televisión y se fue a vivir a Nigeria por un tema de impuestos.

El cuento terminaría allí a no ser porque John tenía un hermano mayor, que se llamaba Justin, y que hizo historia pese a que sólo jugó por la selección sub 21 de Inglaterra y jamás llegó a debutar por el equipo mayor.

Justin no eran tan bueno como su hermano, pero tiene dos récords: fue el primer jugador de raza negra en ser transferido por más de un millón de libras, cuando el Nottingham Forest lo compró al Norwich City en 1981. El segundo data del 22 de octubre de 1990, cuando le confesó a The Sun su condición de homosexual, convirtiéndose en el primer futbolista británico en asumir públicamente su opción. Y hasta ahora el único.

Desde entonces su vida no fue fácil. Deambuló por varios clubes, fue insultado por los hinchas rivales y rechazado varias veces por sus propios compañeros. Jugando ya en la categoría senior en Estados Unidos, fue acusado por la policía de Maryland de abusar de un menor de 17 años, por lo que sería sometido a juicio. Decidido a evitar la comparecencia, retornó a Inglaterra, pero el veredicto popular fue más fuerte. Justin Fashanu decidió quitarse la vida colgándose de una viga del garage en su casa de Shoreditch, el 2 de mayo de 1998. En su carta de despedida, juraba que la relación por la que era acusado fue consensuada, y hacía un duro juicio al mundo del fútbol que lo había condenado. Tenía 37 años.

Hoy, cuando hay una campaña para que los futbolistas puedan “salir del clóset” sin sufrir represalias en Inglaterra (que no ha tenido éxito), la historia de los hermanos Fashanu, John y Justin, bien valía un recuerdo.