No fue un buen sorteo, sin dudas. No queríamos el grupo B y caímos ahí. España o Alemania eran los peores cabezas de serie, y nos tocó el campeón del mundo. Holanda era el peor de los europeos y Geoff Hurst eligió esa pelotita para nosotros. Pudo habernos tocado México, Japón o Estados Unidos, y ahí mismo mando a hacer una macumba, porque sólo eso pudo hacerlo peor.
Pero en fin, hay que ver el lado optimista de las cosas y hacerse el ánimo: las cosas vienen de esa manera y habrá que trabajar en serio para hacer una buena Copa del Mundo. La categoría de los rivales, por ejemplo, obliga a buscar más jugadores de jerarquía para afrontar los duelos.
Les puedo decir otra cosa para subir el ánimo: ni Vicente Del Bosque ni Van Gaal estaban contentos de enfrentar a Chile. Y ni hablar de Brasil, que debería toparse, con toda lógica, con un rival altamente calificado recién en segunda ronda.
Hay algunos que están felices acá en Costa do Sauipe después de conocer su suerte, pero son los menos. En el argot futbolero todo es siempre muy complicado, los rivales altamente calificados y no hay victoria antes de jugarla. Es verdad, pero en esta pasada el destino se ensañó con nosotros. Lo mismo debimos haber pensado el ’62, cuando nos tiraron a Italia y Alemania, e igual pasamos. O el ’74, cuando parecía imposible frente a las dos Alemanias y estuvimos a un paso.
La tendencia para nosotros implica siempre considerar el sorteo cuesta arriba, complejo, imposible. Yo tengo fe. Clasificar será difícil, pero el camino que vamos a recorrer bien vale la pena el esfuerzo.