Robinho es el jugador que, en la historia, más goles le ha hecho a Chile. Más que Pelé. Más que ningún otro. Por eso, casi como un designio del destino, cuando Scolari decidió llamarlo, una nube apareció en el horizonte, por más que el Skydome haya sido techado.
Clavando la estocada que el destino marcaba, apareció Robinho sobre el segundo palo para conectar ese centro de Maicon y sellar el partido, que tuvo una constante: los cambios del esquema. Antes de iniciarse –cuando Sampaoli decidió incorporar a Fuanzalida- hasta la lesión temprana de Marcelo Díaz. Cuando Hulk nos marcó el gol y decidió pasar a línea de cuatro con Jara por la derecha y luego, cuando la pelota se nos había perdido y mandó a Jorge Valdivia a la cancha.
Fueron treinta minutos en que Chile buscó su identidad ante un Brasil que era inmensamente superior. Si algo se logró reducir esa diferencia fue bien entrado el segundo tiempo, cuando Eduardo Vargas aprovechó el pivoteo de Beausejour para clavar un balazo que dejó estático a Julio César.
Así estábamos, arrimándonos a un empate que no merecíamos pero que premiaba el esfuerzo al menos, cuando apareció Robinho, el hombre que más goles nos ha marcado. Más que el mismo Pelé.
Fue derrota ante los mejores del mundo, según Sampaoli. Y yo también lo creo. Es un equipo que corre, marca, se despliega y que tiene una delantera fuerte y efectiva. Donde predominan los altos y fuertes, y ante los cuales con un equipo armado y definido, con Vidal e Isla, con Díaz y Valdivia en buenas condiciones, se habría dado más pelea.
La selección se demoró mucho en encontrarse, en armarse, en estructurarse. Y eso Brasil no lo perdona. Pero entrará todo lo acontecido en Toronto al ítem del aprendizaje. Es plata en la caja, experiencia ganada.
A la salida, entre un enjambre de chilenos y brasileños enfrentando la fría noche canadiense, queda la sensación de que no estamos tan lejos. Que los favoritos para ganarla Copadel Mundo fueron superiores, pero ni tanto. Y que hay margen para creer.
En los últimos dos mundiales nos dejaron fuera y la mala suerte no puede ser tanta. Pero igual, si al frente está Brasil, el fantasma de Robinho estará rondando.