Chile jugó con tres centrales ese día. Fernando Astengo, Leonel Contreras y Hugo González. Comandado por Orlando Aravena, el objetivo era sacar el empate y lo logró, aunque el cero a cero y los afanes por hacer tiempo enfadaron a los ingleses, que suspendieron la comida programada para después del partido. Roberto Rojas fue la figura y Osvaldo Hurtado pudo hacer historia, pero Peter Shilton le ganó el mano a mano en la única opción que se generó la Roja en noventa minutos.
Fue el 23 de mayo de 1989 en el Viejo Wembley, y el centrodelantero de los ingleses fue John Fashanu, un gigante negro de origen nigeriano, en un equipo donde las figuras eran Paul Gascoine y Bryan Robson. Los locales tiraron mil centros, y jamás pudieron acertar con uno. John se retiró del fútbol, se casó varias veces, se convirtió en comentarista de televisión y se fue a vivir a Nigeria por un tema de impuestos.
El cuento terminaría allí a no ser porque John tenía un hermano mayor, que se llamaba Justin, y que hizo historia pese a que sólo jugó por la selección sub 21 de Inglaterra y jamás llegó a debutar por el equipo mayor.
Justin no eran tan bueno como su hermano, pero tiene dos récords: fue el primer jugador de raza negra en ser transferido por más de un millón de libras, cuando el Nottingham Forest lo compró al Norwich City en 1981. El segundo data del 22 de octubre de 1990, cuando le confesó a The Sun su condición de homosexual, convirtiéndose en el primer futbolista británico en asumir públicamente su opción. Y hasta ahora el único.
Desde entonces su vida no fue fácil. Deambuló por varios clubes, fue insultado por los hinchas rivales y rechazado varias veces por sus propios compañeros. Jugando ya en la categoría senior en Estados Unidos, fue acusado por la policía de Maryland de abusar de un menor de 17 años, por lo que sería sometido a juicio. Decidido a evitar la comparecencia, retornó a Inglaterra, pero el veredicto popular fue más fuerte. Justin Fashanu decidió quitarse la vida colgándose de una viga del garage en su casa de Shoreditch, el 2 de mayo de 1998. En su carta de despedida, juraba que la relación por la que era acusado fue consensuada, y hacía un duro juicio al mundo del fútbol que lo había condenado. Tenía 37 años.
Hoy, cuando hay una campaña para que los futbolistas puedan “salir del clóset” sin sufrir represalias en Inglaterra (que no ha tenido éxito), la historia de los hermanos Fashanu, John y Justin, bien valía un recuerdo.