05 ene 2013

¡Rápido! ¡Apúrese!

En las últimas cuatro ediciones del Dakar la ceremonia del podio de largada, no sólo era una instancia para exhibir a los distintos vehículos por una tarima previo a la partida de la carrera. Era también un momento donde los pilotos podían acercarse a los espectadores que aguardaban por un saludo, un autógrafo o una foto, sin mencionar que los mismos pilotos bajaban de sus máquinas por un momento, ya sea para conversar con sus colegas, hablar con la prensa o simplemente tomar un poco de aire antes de comenzar la aventura.

Sin embargo, este año el día inicial tomó un rumbo más dinámico y al mismo tiempo bastante menos interactivo con el público, con la prensa y entre los propios pilotos. La organización dispuso un podio prácticamente en línea recta con el borde costero de chorrillos en Lima, por lo que los pilotos desfilaban rápidamente y sin ningún tipo de contacto con sus pares o con los fanáticos.

Los más expeditos eran los cuadriciclos y las motos, que sólo atinaban a acelerar y pasar rápidamente por el podio y dirigirse a la especial. Los hermanos Prohens acostumbrados a tener un número aparte durante esta ceremonia con innumerables sesiones de fotos para la prensa y los fanáticos, no escaparon a esta nueva medida y simplemente siguieron de largo en una solemne y fugaz introducción de los copiapinos para el público limeño.

La prensa no escapó a estas dificultades que presentó la jornada. Acostumbrados por tener siempre una excelente disposición por los medios, los pilotos se veían presionados por la gente de ASO de pasar rápidamente por el podio para no retrasar el ingreso, impidiendo el contacto con la prensa.

Incluso los mismos animadores del show se veían algo presionados por la rapidez con la que desfilaban los conductores y los apuraban a pasar rápidamente, limitando a la menor cantidad posible las clásicas entrevistas con los participantes.

Los autos corrieron distinta suerte ya que al ser vehículos de un tranco más lento, el “taco” se hizo mucho más grande y, por ende, tenían tiempo para bajarse de sus autos, saludar a los fanáticos e interactuar con ellos. Los pilotos peruanos fueron los más extrovertidos y aprovecharon su Localia flameando sus banderas y tomándose fotos con los fanáticos. Algunos nacionales también aprovecharon de tener su minuto con el público, como Jorge Latrach y su hijo Juan Pablo que desfilaban por la calle con una bandera chilena colocada en el parabrisas, lo que generó una mezcla de aplausos y pifias entre los presentes.

No había tiempo que perder. Al menos en esta ocasión, el Dakar debía comenzar lo más rápido posible. Mención aparte, el episodio que pudo haber teñido de luto la jornada con la persona que cayó por un barranco. Afortunadamente esos arbustos milagrosos y la posterior intervención de la policía y bomberos, lograron salvar el día e impedir que el Dakar comenzara con tintes de tragedia.