13 ene 2013

Mundos Opuestos

Las dos jornadas del Dakar en Tucumán presentaron quizás el reflejo de lo que ha sido la carrera a nivel de producción y que ha acrecentado el contraste entre la dureza de la carrera con algunas de las bondades del bivouac a disposición, principalmente, de los invitados del día.

Son prácticamente dos mundos distintos que conviven paralelamente dentro de los campamentos, por un lado los pilotos que viven enfocados en estudiar el road book, reparar sus vehículos y trabajar en recuperarse fìsicamente. Además siempre están los pilotos que llegan a altas horas de la noche al campamento tras sortear las inclemencias de los caminos dakarianos. El día de descanso les da margen para recuperar energías pero si hubiera sido previo a una jornada normal de competencia, las horas de reposo habrían sido mínimas de cara a otra extenuante etapa.

A un costado del grupo de camiones de asistencia se encuentra por ejemplo el stand del país organizador, Argentina, el cual está decorado con cómodos cojines y sillones, además de contar con ventiladores que ayudan a refrescarse de las altas temperaturas que hay en la ciudad. Eso sin contar con el cocktail que generalmente se ofrece a las personas que deambulan por ese sector, desde organización, invitados, autoridades, prensa y uno que otro miembro de algún equipo del Dakar.

Cercano a esta carpa, se encuentra el local de Red Bull (un lugar fijo en cada bivouac) y que en esta ocasión contó con entretención extra para los habitantes del campamento: mesa de pin pon y un taca-taca, además del tradicional video juego simulador de carreras. Los precios de los recuerdos no dejan de sorprender. Un llavero cuesta el equivalente a 3.000 pesos chilenos mientras que un gorro del Dakar no baja de los 15.000.

Es casi como un Dakar VIP, algo impensado hace 20 años o 30 años atrás cuando la carrera se adentraba por los desiertos africanos y las comodidades en los campamentos eran nulas. Ahora están las condiciones para atraer al público con otro tipo de espectáculo. En Tucumán no sólo instalaron un village antes de la entrada al bivouac como el que se encontraba en Lima antes de la largada, sino que también gestionó la producción de recitales que incluyeron a Luciano Pereira y Diego Torres.

El Dakar sin dudas es la carrera más extrema del mundo, donde los pilotos deben combatir todo tipo de obstáculos en las rutas argentinas, además de sortear las inclemencias de los desiertos en Perú y Chile. Sin embargo una persona que no conociera en que consiste el Dakar probablemente pensaría que no es una competencia tan difícil, sobre todo después de ver algunos de los lujos para los invitados en el bivouac.