09 ene 2013

Una sorpresiva despedida

Los primeros cuatro días del Dakar en Perú tuvieron varios factores en común. Calor abundante, fuertes vientos, además de polvo y arena volando por los aires. Sin embargo, la última etapa en Arequipa significó un brusco cambio a lo cotidiano.

Los vientos fuertes de la mañana en esta localidad auguraban una jornada exactamente igual a las anteriores. Incluso, por minutos las ventiscas arrastraban una cantidad gigante de polvo, lo que hacía dificultosa la visión y generaba un ambiente propio de una tormenta de arena africana de una película de acción.

La situación fue cambiando a medida que pasaban las horas. El calor comenzaba a amainar, y las nubes poco a poco se colaban por los cielos. Con el transcurrir de los minutos estas mismas comenzaban a agarrar una tonalidad gris y la idea de que podría caer un aguacero se hacía más latente.

Finalmente, los presagios se hicieron realidad y la lluvia comenzó a caer sobre Arequipa. Algunos habitantes del bivouac se tomaron con suma alegría esta lluvia y abrían los brazos e inclinaban la cabeza hacia el cielo mientras su rostro exrepesaba gratitud. Sin embargo, pasaba el tiempo y las gotas aumentaba levemente, aunque no lo suficiente como para ser calificado como una lluvia de gran intensidad. Algunos periodistas originarios del sur de Chile, incluso calificaban como “un chiste” esta lluvia.

Pero de todas formas se tomaron las medidas para prevenir cualquier inconveniente. Por un lado la organización levantó la prohibición temporal de dormir en la sala de prensa (tradición impuesta por colegas chilenos en las primeras ediciones del Dakar en Sudamérica). Los pilotos también tomaron cartas en el asunto para evitar problemas. En el equipo Tamarugal, Daniel Gouet, de Concepción, llevó sus bolsos a refugio sobre las carpas que protegían las motos de los pilotos. Felipe Prohens, por su parte, sacaba sus cosas de su carpa y las dejaba en el domo de atención médica con el que cuenta el equipo de las chaquetas amarillas. “Chaleco” López se mantenía imperturbable revisando su moto para la etapa de mañana, pero su encargado de comunicaciones Carlos Jimeno y el Team Manager del equipo Jordi Acarons prefirieron cuidar sus carpas de una eventual inundación.

Fue la última jornada del Dakar en territorio peruano, que dejó una húmeda huella en la memoria de la comunidad dakariana en el bivouac de Arequipa.